El Documental “Who Killed The Electric Car?” (¿Quién Mató Al Carro Eléctrico?) cuenta la historia de los vehículos impulsados con electricidad, el modelo era llamado EV1 de la compañia GM (General Motors) fabricado en la década de 1990. Con una comercialización limitada, seis años después de su lanzamientolos fueron retirados del mercado y posteriormente fueron destruidos y enterrados en algún lugar del desierto de Arizona E.U y asi “borrar de la mente de los consumidores que alguna vez habían existido carros movidos por baterías”. 


El director señala como posibles culpables de la desaparición del coche eléctrico en la década de los 90 a la administración republicana del presidente estadounidense, George W. Bush, las compañías petroleras e incluso a la propia General Motors. 



El documental “¿Quién mató al carro eléctrico?”, filmado en 2006, entra profundamente en detalle sobre el papel jugado por las grandes petroleras, las empresas automotrices y el propio gobierno federal norteamericano para prevenir que saliera a la calle un vehículo alternativo. El cineasta dice que las compañías del sector automotriz perderían si se llegase a producir vehículos eléctricos debido a la mayor simpleza para su mantenimiento. El sector autopartista y de repuestos podría verse diezmado. Las empresas petroleras verían una dramática reducción en la demanda de sus productos si el mundo cambiase a vehículos eléctricos. Se dice que las celdas de combustible de hidrógeno, que tienen poca oportunidad de convertirse en una tecnología útil, son usadas en realidad como una distracción de las alternativas reales. El cineasta acusa al gobierno norteamericano de dirigir las investigaciones lejos de los vehículos eléctricos y hacia las células de combustible de hidrógeno. 


Pero la mayor acusación es hecha contra las grandes petroleras y auto manufactureras. El documental sugiere que las empresas automotrices han saboteado su propia investigación sobre carros eléctricos. Lo que es peor, las empresas petroleras han adquirido las patentes para las baterías NiMH para evitar que sean usadas en vehículos eléctricos. Éstas son las mismas baterías que se usan en computadoras portátiles y baterías grandes de este tipo podrían hacer realidad la idea de un vehículo eléctrico. Pero Chevron mantiene su poder de veto sobre cualquier licencia o uso de la tecnología de las baterías NiMH. Se niegan a vender este tipo de baterías con fines de investigación. Algunos vehículos híbridos de la actualidad usan baterías NiMH, pero éstos, aunque aumentan el rendimiento, todavía requieren de combustibles fósiles. 

Mientras que comprar patentes es un medio efectivo para engavetar nuevas innovaciones, el sistema capitalista ciertamente tiene otras maneras de detener investigaciones y desarrollo. La naturaleza misma de un sistema basado en la competencia hace que la investigación colaborativa sea imposible. Bien sea la industria farmacéutica, la industria automotriz o cualquier otra, el capitalismo divide a los mejores científicos e ingenieros entre corporaciones en competencia. Cualquiera involucrado en investigación o desarrollo de productos se ve forzado a firmar acuerdos de confidencialidad como condiciones del trabajo. No sólo se les impide trabajar en conjunto sino que incluso ¡se les prohíbe comparar sus notas! 

La revisión por pares, o el arbitraje, se supone que es una pieza fundamental del método científico. Muchas veces, los grandes avances los realizan no grupos de investigación individuales sino muchos grupos de investigadores. Un grupo desarrolla una pieza del rompecabezas, algún otro descubre otra e incluso otro equipo más de científicos logra juntar todas las piezas. ¿Cómo puede un sistema basado en la competencia promover tales esfuerzos colaborativos? Dicho de forma sencilla, simplemente no puede. 

Los gobiernos del mundo claramente reconocen que esto es un problema. Cada vez que se enfrentan a una crisis seria echan sus ideales de libre mercado por la ventana y se vuelcan al sector público. Muchas veces se ha argumentado que la II Guerra Mundial la ganó la nacionalización y planificación. El capitalismo en Gran Bretaña básicamente se detuvo, de manera tal que los esfuerzos de la guerra pudieran ser organizados de manera efectiva. En los EEUU, una nacionalización a tal escala no se llevó a cabo pero cuando se trató de investigación y desarrollo, la tarea no se le confió al sector privado. 

Bajo el temor de que los Nazis estuvieran desarrollando la bomba atómica, el gobierno estadounidense inició un programa público masivo para asegurarse que fuesen los primeros en conseguir un arma de destrucción masiva. El Proyecto Manhattan tuvo éxito donde el sector privado no. En un momento dado, unas 130 mil personas trabajaban en dicho proyecto. Los mejores y más brillantes científicos e ingenieros fueron juntados para esta gigantesca colaboración. Lograron descubrir más sobre la fisión nuclear en el lapso de unos pocos años que lo que habían conseguido en décadas desde que el primer átomo fuese dividido en 1919. Independientemente de lo que uno piense de la bomba atómica, indudablemente fue uno de los más grandes avances científicos del siglo XX.