Una turbina que convierte el 
movimiento del mar en energía, 
premio 3M al mejor joven científico 
en EEUU

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El invento de Hannah Herbst, una adolescente de 15 años natural de Florida, podrá ayudar a millones de personas que sufren la crisis energética y el acceso restringido a agua potable a través del mundo. Su prototipo, en cual invirtió apenas 12 USD, es una sonda capaz de convertir el movimiento de las corrientes de los océanos en energía que le valió el título de "Mejor Científico Joven de Estados Unidos" y 25 000 USD en el Discovery Education 3M Young Scientist Challenge, el concurso de ciencia más importante del país para estudiantes del quinto al octavo grado.
En la fase final de esta competición, las invenciones de diez finalistas estuvieron bajo el escrutinio de un panel de jueces entre los que se encontraba, por ejemplo, el renombrado astrofísico Hakeem Olusevi. Los participantes también fueron puestos a prueba en dos desafíos adicionales: la combinación de múltiples tecnologías para producir nuevas soluciones y la construcción de una máquina simple utilizando principios científicos y de ingeniería.
La sonda de Hannah, bautizada "Beacon" (Faro), se compone por una hélice conectada mediante una polea a un generador hidroeléctrico que permite convertir el movimiento de los océanos en energía renovable. Contrariamente a los proyectos de las centrales térmicas marinas, el dispositivo no genera mucha electricidad; sin embargo, según explicó Hannah, será lo suficientemente potente para alimentar luces eléctricas, cargadores de baterías y bombas de desalinización de agua salada. Asimismo, como las piezas principales están fabricadas a partir de materiales reciclados de bajo coste y su modo de empleo es simple, la sonda puede ser fabricada y puesta en marcha en cualquier lugar.
La invención de Hannah es una muestra de la aplicación de la ciencia a las necesidades de la vida cotidiana. De hecho, la fuente de inspiración se encuentra en una carta que recibió de parte de una amiga por correspondencia de Etiopía. Al leerla, la joven científica tomó consciencia de la problemática del acceso a la electricidad y al agua potable en el país africano y decidió poner en práctica sus conocimientos para encontrar una solución. Hannah pasó los siguientes cuatro meses buscando ideas hasta que llegó a un modelo de sonda que primero diseñó en el ordenador y luego imprimió en 3D. Para el proyecto contó con la orientación de un investigador de la empresa biotecnológica 3M y el permiso de su ciudad, Boca Ratón, para testear el dispositivo en el Canal Intracostero del Atlántico.