Dr.C. Doris Castellanos Simons
Ms.C. Irene Grueiro Cruz
Módulo: Enriquecimiento Intelectual en el Proceso
Docente-Educativo
Texto de Consulta:
UNA REFLEXIÖN SOBRE LA
INTELIGENCIA Y SU DESARROLLO
INDICE
1. Introducción...............................................................................
2. ¿Cómo comprender la inteligencia?
.............................................
3. Inteligencia, creatividad, talento
................................................
4. Inteligencia y personalidad
........................................................
5. Aprendizaje y desarrollo de la
inteligencia..................................
6. La estimulación
para el desarrollo de la inteligencial como tarea del maestro
...............................................................................
7. Conclusiones
.............................................................................
8. Guía para la profundización y
autoevaluación .............................
9. Bibliografía
................................................................................
10. Lecturas complementarias ........................................................
Lectura No. 1: Un acercamiento a los estudios y
concepciones contemporáneos del talento
...........................................................
Lectura No. 2:
El maestro frente a la diversidad ...............................
|
pág.
3
4
5
7
8
12
15
16
18
19
20
32
|
Una reflexión
sobre la inteligencia y su desarrollo.
1. Introducción
Uno de los
problemas centrales de la sociedad‑ y por ende, de la educación‑ es el relativo
al desarrollo de la inteligencia humana y de los múltiples talentos en que
cristalizan las potencialidades del hombre. Entre las principales fuentes de
las transformaciones y del avance social se encuentra sin dudas en el nivel
alcanzado por el desarrollo de la personalidad y capacidades humanas. Escribía,
en 1884, José Martí:
" Sobre la tierra no hay más que
un poder definitivo: la inteligencia humana" (1960).
No hay dudas de
que el reconocimiento de esta aseveración ha orientado la búsqueda y
surgimiento de nuevas prácticas educativas y de modelos pedagógicos que apuntan
intensamente al fomento de la inteligencia y los talentos de los educandos.
Esta tendencia ha marcado con particular fuerza las últimas décadas de nuestro
siglo. Se ponen en relieve, una vez más, problemáticas debatidas durante años
desde múltiples ópticas y con infinitas derivaciones en el plano teórico,
metodológico y práctico‑ transformador. Por ejemplo:
¨
¿Qué es un sujeto inteligente, qué es
una persona talentosa?
¨
¿Cómo identificar a estos sujetos; cómo
estructurar vías eficientes para su evaluación y caracterización?
¨
¿Cómo estimular las potencialidades en
estas áreas; qué tipo de orientación brindar; cómo crear las oportunidades y
experiencias capaces de enriquecer y desarrollar al máximo las posibilidades
individuales de las personas de acuerdo a sus propias características y a las
aspiraciones de la sociedad?
Las más viejas
concepciones acerca de la naturaleza fija, predeterminada, biológica, y
unilateral, de las capacidades humanas, han ido cediendo su lugar a una visión
mucho más profunda. Se reconoce cada vez más, que la inteligencia humana se
desarrolla en una estrecha interacción con el medio, con la cultura y con la
sociedad en el sentido más amplio. La educación, proceso permanente que
capacita al hombre para la vida, cumple una función esencial en el crecimiento
intelectual y personal de los individuos. El proceso de formación y despliegue de lo humano posee una
naturaleza social, interactiva y modificable (Vigotsky, 1987).
Uno
de los más complejos retos que enfrenta la escuela es, por lo tanto, la
exigencia de diseñar y llevar a la práctica modelos, sistemas, estategias y
situaciones de aprendizaje que propicien el máximo desarrollo de los individuos,
que potencien su capacidad para enfrentar la vida de forma crítica y reflexiva,
constructiva, con grandes dosis de autonomía y de audacia, de forma tal que
puedan transformar creadoramente la realidad y sentar las bases para su
constante crecimiento personal y para su
autoperfeccionamiento.
Para asumir este
reto es necesario tener claridad y precisión acerca de un amplio rango de
cuestiones como:
¨
los vínculos entre enseñanza,
aprendizaje y desarrollo, así como los nexos entre el proceso de enseñanza-aprendizaje,
y el desarrollo de la inteligencia en particular;
¨
las relaciones entre el desarrollo
integral de la persona y el enriquecimiento de sus capacidades y de su
potencial intelectual;
¨
la determinación del papel del maestro,
su responsabilidad y su verdadera
significación en el proceso de desarrollo y estimulación del potencial personal
de sus educandos en la escuela, etc.
Se entiende
entonces que en los momentos actuales resulte válida toda reflexión que
contribuya a abrir el camino hacia las formas concretas de lograr los objetivos
mencionados más arriba, que constituyen una verdadera exigencia para la labor
de todas las personas comprometidas en el campo de la educación.
2. ¿Cómo comprender la inteligencia?
No existen dudas
acerca de que uno de los conceptos más controvertidos en el campo de la
psicología y la educación ha sido el de inteligencia. Vinculada (a veces
solapada) con nociones como las de capacidad,
don, talento, creatividad; identificada a menudo a las concepciones psicométricas
y factorialistas, y saturada de un matiz cognitivista o intelectualista que ha
querido desvincularla del resto de los componentes de la personalidad, ha sido
también, durante años, una de las categorías sometida con mayor intensidad a la
polémica teórica y a la investigación empírica. Las dificultades en hallar un
consenso en la conceptalización de la inteligencia, no sólo provienen de la
diversidad de las fuentes filosóficas e ideológicas.
Las definiciones
más comunes han puesto el énfasis en la inteligencia como capacidad del hombre para pensar y desarrollar el pensamiento
abstracto, como posibilidad de comprender el mundo a partir del procesamiento de la información del entorno,
como capacidad de aprendizaje y de
adaptarse a las situaciones nuevas que el sujeto enfrenta constantemente en
su vida (Mayer, 1983). Pero, para muchos autores (Siegler y Richards, 1986), la
inteligencia es más bien un "prototipo", o un concepto
"roschiano" (Neisser, 1979), con cierto número de ejemplares
prototípicos y de rasgos característicos, pero no necesariamente definitorios.
Por otra parte,
las investigaciones sobre las personas sobresalientes que muestran una
inteligencia superior y conductas talentosas, ponen en relieve no sólo las
diferencias cuantitativas entre estas personas, sino, sobre todo, las
diferencias cualitativas entre sus perfiles, y el amplio diapasón de rasgos,
particularidades y recursos que se manifiestan en el funcionamiento inteligente y en la actuación en las diferentes
esferas de la vida. Las concepciones sobre las inteligencias y los talentos
"múltiples" (Gardner, Taylor, etc.) nos incitan también a
aproximarnos a una cualidad de "heterogeneidad" de la inteligencia,
donde lo que inicialmente llama la atención es su falta de coherencia y unidad
fenoménica.
¿Será la
inteligencia sólo una noción valorativa, calificativa, más que una realidad
psicológica susceptible de ser abordada científicamente por diferentes ciencias
y disciplinas? Si se trata de un fenómeno tan multiforme, ¿será imposible penetrar
en su unidad, en un núcleo invariante que permita aprehender su esencia y
caracterizarlo?
Resulta importante
tener en cuenta que:
a) La noción de sujeto inteligente varía de una sociedad
a otra, de una cultura a otra, de un momento histórico a otro.
b) En cada sujeto
susceptible de ser calificado de inteligente, encontramos siempre un patrón
singular, sumamente original, de características que pueden ser entendidas como
la expresión personal de su inteligencia.
c) En un mismo
sujeto, el nivel de eficiencia y la calidad del desempeño intelectual varían de
una situación a otra, de un tipo de actividad o esfera de su vida a otra, y de
una etapa evolutiva o momento de su existencia a otra.
En
su interacción concreta con el medio, cada persona pone en juego un conjunto
determinado de recursos (procesos, características, contenidos psicológicos),
para lograr sus fines y objetivos en dependencia de condiciones y exigencias
externas, que poseen a su vez una determinación sociohistórica. Por lo tanto,
los recursos desplegados por la persona en un momento dado responden:
¨
a sus características y determinantes
subjetivas (desarrollo evolutivo, aptitudes, experiencia anterior, capacidades
y potencial intelectual, necesidades, motivos, valores y actitudes, etc.);
¨
a determinantes y factores de la
situación y del entorno social concreto.
El interjuego de
estos dos grupos de factores determina la variabilidad INTRAINDIVIDUAL, INTERINDIVIDUAL, CONTEXTUAL‑ SITUACIONAL y SOCIAL de
la inteligencia.
Para el análisis y
comprensión de la inteligencia se hace necesario entonces un momento posterior,
que transite de la búsqueda de los contenidos
que la componen, y del estudio de los anteriores grupos de factores por
separado, al análisis de su interacción y de la función que la inteligencia cumple en la actuación humana, así como
de las particularidades esenciales que este modo de funcionamiento supone.
El centro de la inteligencia se encuentra en la
posibilidad de la persona de interactuar eficiente y transformadoramente con el
medio, de descubrir y solucionar los problemas que éste le plantea, de
enfrentar los desafíos crecientes de un entorno cambiante y desafiante. Su
naturaleza es interactiva; su esencia hay que buscarla en la relación de las personas con su ambiente, con la vida.
Como cada nuevo
problema que el individuo enfrenta en su vida y constituye un reto, al que no
puede responder utilizando sólo los conocimientos, modos de acción y recursos
que le son familiares, debe involucrarse también un cierto modo de funcionamiento productivo, creador. La
inteligencia no es meramente el potencial para procesar información existente y
para comprender y reproducir, sino que es también un resultado del potencial
creador de la psiquis humana.
En esta
comprensión quedan implicados indicadores que tradicionalmente se han vinculado
a la creatividad y al desarrollo del llamado pensamiento divergente en
contraposición al pensamiento convergente.
¿Qué relación
existe entonces entre estos procesos y
la inteligencia?
3. Inteligencia, creatividad, talento.
La actuación
inteligente comprende necesariamente un conjunto de estructuras y procesos que
interactúan y se complementan para el logro de una regulación eficiente de la
actuación en el plano cognitivo‑instrumental, ejecutor.
Inteligencia es
capacidad del sujeto para solucionar problemas, conjugando sus recursos
cognitivos y personales de forma flexible y económica, adecuada a las
exigencias del medio y de los objetivos y metas perseguidos, y supone un
eficiente nivel de control y regulación de dicha actividad.
Encontramos aquí
no sólo los procesos convergentes, el pensamiento lógico‑reflexivo y crítico,
etc., sino también los procesos divergentes que caracterizan el potencial
creativo, como un componente que es también esencial en el intelecto.
Existen estrechos
vínculos entre inteligencia, creatividad y talento (Grafíco 1). De acuerdo con
lo expuesto, las potencialidades y
procesos creativos conforman necesariamente la estructura del sistema
dinámico de la inteligencia, y están presentes en su funcionamiento. Los
procesos divergentes, la imaginación, el pensamiento asociativo y analógico, la
independencia y la flexibilidad, la curiosidad, la problematización de la
realidad, etc., no pueden ser desvinculados o contrapuestos a la inteligencia.
La creatividad (como categoría que apunta
al descubrimiento y/o producción de lo nuevo, al logro de productos originales
y de valor) está directamente expresada en el talento y en las conductas
talentosas. Pero la inteligencia involucra en sí lo creativo como potencialidad, como proceso, y como dimensión
propia de la actividad intelectual y de un determinado tipo de funcionamiento.
El talento, formación psicológica
cualitativamente superior, es el resultado de la integración funcional de la
inteligencia y las capacidades especiales del hombre, con el desarrollo de
fuertes intereses en un área (o áreas) con la(s) que éste se halla
profundamente comprometido emocionalmente. Esto conlleva a la
"capitalización" de los recursos personales, a la actualización y
despliegue de las potencialidades creadoras y a su concreción en forma de
realizaciones de alto nivel de calidad, pertinencia y originalidad en la(s)
correpondiente(s) esfera(s) de la actividad (desempeño talentoso).
Se comprende que,
aunque una premisa esencial para la cristalización del desempeño talentoso es
un determinado nivel de desarrollo de la inteligencia y de las capacidades
específicas, el rol de los componentes dinámicos, afectivo‑motivacionales, y
personológicos, resulta también vital. El nivel intelectual alcanzado no
garantiza por sí solo la existencia y el desarrollo del talento.
Con
el decursar del tiempo, se ha abierto paso una concepción más amplia de la
inteligencia, donde ella figura como un sistema abierto, en constante
interacción con el medio, sujeto a modificaciones, desarrollo, enriquecimiento,
y que ocupa un lugar central en la autorregulación de la personalidad. El
estudio de su relativa unidad e independencia con aspectos como la creatividad
y el talento -tarea en la que queda mucho por avanzar- constituye una vía
importante para aclarar el verdadero papel que desempeñan los componentes
dinámicos y las formaciones complejas de la personalidad (autoestima,
autovaloración, intenciones, aspiraciones, convicciones, concepción del mundo,
etc.) en su desarrollo y manifestación. Esto es una condición importante para
poder llevar a la práctica cualquier tipo de intervención educativa que tenga
como fin el desarrollo o modificación de las potencialidades humanas.
4. Inteligencia y personalidad
El diseño y puesta
en práctica de proyectos de estimulación de la inteligencia debe partir del
reconocimiento de un principio básico para la comprensión de la psiquis humana:
la unidad de afecto y cognición, y también, la unidad de inteligencia y
personalidad.
En nuestra
opinión, desarrollar la inteligencia no significa solamente propicar el
desarrollo de la capacidad de pensar de manera abstracta sobre contenidos
formales, desvinculados de la vida, o promover la capacidad para acumular
conocimientos y técnicas que no puedan ser utilizadas productivamente por el
sujeto en su experiencia personal, cotidiana.
La tesis que aquí
se sostiene es que la inteligencia se encuentra también vinculada con la
capacidad del hombre para desarrollarse,
para aprender y para crecer, teniendo en cuenta que esta es la propia
esencia del proceso del devenir en ser humano
(en el pleno sentido de la expresión), del tránsito hacia una
personalidad sana, madura, creadora, y contínuamente en la posibilidad de
actualizar y enriquecer sus potencialidades.
La inteligencia
debe constituir un instrumento al servicio del ser humano y de su felicidad.
Debe permitir al individuo hacer frente a la vida de manera eficiente,
constructiva y comprometida. El desarrollo de los recursos
"inteligentes" no puede, por lo tanto, marginarse de los esfuerzos
por lograr el desarrollo y crecimiento de la persona en su totalidad.
Si tomamos en
cuenta que algunos de los indicadores del desarrollo de la personalidad, de su salud y madurez, son la posibilidad de elaborar
y solucionar positivamente los conflictos, de estructurar planes de acción y de
proyectarse en el futuro, de desplegar de la propia actividad flexible y
creadoramente, y las posibilidades de autodeterminación y autorregulación
(González Rey y Mitjans, 1979), no es difícil comprender el lugar de la
inteligencia en el desarrollo de aquella. La
inteligencia es, de hecho, una de las más potentes herramientas de la
personalidad para el ejercicio de de su función reguladora.
Por otra parte, el
uso que el sujeto hace de sus recursos cognitivos depende del sistema integral
de su personalidad, de las particularidades concretas de ésta y de su nivel de
funcionamiento.
La inteligencia,
como afirma Allport (l969), es un fenómeno idiográfico, sumamente personal.
Ella es el resultado del nivel de desarrollo alcanzado por el individuo en sus
funciones intelectuales, en su sistema cognitivo‑instrumental. Pero también
comprende el modo peculiar, personalizado, en que cada sujeto elabora, organiza y
utiliza sus recursos (a
veces, no sólo los de carácter intelectual) para garantizar su interacción eficiente
con el medio.
Así, los
componentes motivacionales‑afectivos, los rasgos y particularidades
estructurales y funcionales de la personalidad participan en el sistema
conformado por la inteligencia :
a) en calidad de elementos mediatizadores que condicionan en mayor o menor grado su
desarrollo, funcionamiento y manifestación. Por ejemplo, como factor
"dinamizador", ellos pueden dar una dirección y sostén a la
actividad, pueden favorecerla u obstaculizarla.
b) en calidad específica de recursos. El individuo puede, sin dudas, "utilizar"
conscientemente algunas de sus particularidades individuales (por ejemplo, la
seguridad, la perseverancia, las competencias comunicativas, sus estilos
personales de aprendizaje o de actuación general, etc.) para el logro de sus
fines o para la solución de las tareas que enfrenta.
Un principio de gran importancia es que el
esfuerzo para lograr la estimulación del potencial inteligente de los
individuos debe arraigarse en una concepción educativa basada en valores
humanistas. La fuerza intelectual del
hombre no puede evaluarse ni promoverse aislada de sus valores y orientaciones
básicas, de sus fuerzas morales.
Asi como el
desarrollo de la personalidad exige, a nuestro entender, el desarrollo de la
inteligencia, el enriquecimiento intelectual supone también el trabajo en aras
del enriquecimiento espiritual e integral de cada ser humano.
5. Aprendizaje y desarrollo de la
inteligencia
Todo ser humano es
potencialmente un ser inteligente. Los individuos sanos son portadores, al
nacer, de potencialidades que pueden y deben ser desarrolladas. Al mismo
tiempo, la actualización de éstas siempre abre paso a un nuevo nivel de
"posibilidades". Se ha señalado que la inteligencia se expresa en
formas cuantitativa y cualitativamente diversas, dando lugar a diferencias
individuales en este sentido. Dichas diferencias son, a la vez, premisa y producto
del proceso de desarollo intelectual. Pero el proceso de transformación de lo
potencial en realidad actuante puede ocurrir de manera espontánea (informal), y puede también
discurrir como un proceso socialmente dirigido y controlado, con fines y
objetivos bien definidos.
Profundizar en los
vínculos entre la inteligencia y su desarrollo en los marcos de la enseñanza y
el aprendizaje exige delimitar una serie de aspectos importantes, como por
ejemplo:
¨
¿Cómo se desarrolla el ser humano,
cuáles son los mecanismos que explican su crecimiento?
¨
¿Cómo se va formando la personalidad y
sus diferentes esferas a partir de los distintos tipos de influencias que en
ella convergen? ¿Cuál es el papel de lo biológico, de lo heredado, del ambiente
y de la experiencia social? ¿Cuál puede ser el rol del sujeto en su propio
crecimiento?
¨
¿Cuáles son las situaciones vitales en
las que tiene lugar el desarrollo de la inteligencia y de su potencial? ¿Cómo
se aprende y cuáles de estos aprendizajes contribuyen al enriquecimiento intelectual?
No es posible
responder aquí a todas estas interrogantes. Sólo señalaremos algunas posiciones
básicas que pueden servir de punto de partida para una reflexión sobre las
mismas.
1. Como se ha
insistido, una concepción teórica, metodológica y práctica sobre el desarrollo
de la inteligencia tiene que integrarse coherentemente a una determinada
concepción sobre el aprender y sobre
el crecer. La inteligencia no
solamente guarda relación con el sobrevivir y adaptarse al medio, sino también
con la capacidad para aprender y
desarrollarse en determinados entornos (Dave, 1979).
2. Los mecanismos,
fuentes y vías del aprendizaje son múltiples. Son comunes al hombre y al animal
las formas más sencillas del aprendizaje. Pero es exclusivo del hombre el
proceso de apropiación (asimilación) de la experiencia histórico‑social que es
trasmitida de una a otra generación, y que tiene como resultado la formación y
la emergencia del propio hombre como ser social (teoría del desarrollo
histórico‑cultural de la psiquis humana).
3. Esta forma
específicamente humana de aprendizaje (visto como la forma general en que cada
individuo construye su psiquis, su personalidad, a partir de la asimilación
activa y personal de lo socio‑cultural) es siempre un proceso interactivo,
mediado por:
¨
la existencia de una cultura dada que
el sujeto va haciendo suya (a partir del dominio de los objetos, de los modos
de actuar, de pensar y de sentir, y del dominio de las capacidades que en
aquellos encarnan, de las pautas, normas, valores, etc.),
¨
la existencia de "los
otros"(que hace del intercambio, la comunicación, la cooperación y la
actividad conjunta lo característico de esta forma genérica del aprendizaje).
Existe una unidad dialéctica entre aprendizaje
y desarrollo. El aprendizaje facilita, propicia y se manifiesta como fuente del
desarrollo: va delante y le abre el camino (Vigotsky, 1982). Cada nuevo nivel
de desarrollo es un resultado y un punto de partida para los contínuos
aprendizajes que el sujeto realiza en su vida.
Pero,
¿cómo se ha concebido tradicionalmente el aprendizaje?
Suelen entenderse
como aprendizaje aquellos cambios relativamente estables, expresados en la
conducta o inferidos en las estructuras de conocimiento de los sujetos, no
achacables a los efectos de la maduración o a estados temporales (como los
inducidos por las drogas, la fatiga, la dinámica de la motivación, etc.). Se
enfatiza en la práctica y la experiencia como fuente de los mismos.
Las leyes y los
mecanismos explicativos de este proceso, la focalización en uno u otro grupo de
variables intervinientes, dependen de la posición teórica‑ filosófica asumida
(explícita o implícitamente).
Así, para algunos
el aprender se concibe en términos de adquisición y modificación de conductas,
y el énfasis descansa en el ambiente y en la organización de las influencias
externas necesarias para lograrlo. Para otros, consiste en un proceso en el que
se desarrollan los conocimientos, las perspectivas y formas de pensar, y el
énfasis se encuentra en la actividad mental interna de los sujetos, que
organiza y construye la realidad experimentada.
Por lo general,
los distintos modelos del aprendizaje han ofrecido una visión parcializada o
limitada de este proceso. Algunas de estas limitaciones son las siguientes.
Se concibe el
aprendizaje:
ü
restringido al espacio de la
institución escolar (aprendizaje formal), a determinadas etapas de la vida (a
las que preparan para la vida profesional, adulta);
ü
maximizando lo cognitivo, lo
intelectual y lo informativo, sobre lo afectivo‑emocional y vivencial;
ü
como desarrollo de un saber más que de un saber hacer;
ü
como un proceso que se realiza
individualmente, aunque, paradójicamente, no se tenga en cuenta o se subvalore
al individuo;
ü
como una vía de socialización, y no también de individualización
y de personalización.
ü
como modo de alcanzar una meta, más que
como una meta en sí mismo;
ü
como un proceso que promueve la
adquisición de conocimientos, conductas y valores para adaptarse a la vida, más que para aprender a desarrollarse y a perfeccionarse.
Por otra parte, la
comprensión de la inteligencia que se ha
defendido en este trabajo, conlleva a plantearnos los esfuerzos por contribuir al desarrollo de ésta en dos
direcciones fundamentales:
1) En la del
desarrollo cognoscitivo propiamente dicho. Esto implica crear las condiciones e
intervenir para aumentar el potencial de los recursos cognitivos y reguladores
de los sujetos. Sería necesario buscar transformaciones en las estructuras y funciones intelectuales,
en el conocimiento (amplitud y
profundidad, organización, significación, etc.), en el caudal de estrategias disponibles y aplicables, en
el desarrollo de la reflexión activa y la
autorregulación de la actividad intelectual.
2)
En la creación de oportunidades de
intercambio con medios reales que exijan constantemente, la selección,
estructuración y puesta en acción de los recursos personales para solucionar
problemas, comprometiendo de manera total al sujeto a actuar e involucrar todas las esferas de su
personalidad.
La
inteligencia se forma y se ejercita no sólo a través de la educación formal,
sino también a través de toda la compleja red de vías informales y no formales
de influencias sociales, en el proceso de la experiencia activa y de los
infinitos aprendizajes de vida que realizan los individuos.
Para instrumentar
adecuadamente el proceso de estimulación de la inteligencia sería entonces
recomendable tener en cuenta algunas ideas sobre el APRENDER.
ü
Aprender es un proceso permanente. El
hombre aprende de los demás, del medio en que vive, de su propia vida. La
escuela es sólo una vía más para el aprendizaje, que se extiende más allá de
ella, en múltiples ESPACIOS, TIEMPOS, Y FORMAS. El aprender está estrechamente
ligado con el crecer a lo largo de toda la vida.
ü
Aprender es siempre un proceso activo y
sumamente personal, de construcción de conocimientos y de descubrimiento del
sentido personal y de la significación vital que tiene ese conocimiento.
ü
Es también un proceso transformador de
la realidad en el plano mental y en el plano práctico‑concreto (González,
1993), y de auto‑transformación. Aprender no es algo abstracto: está ligado a
la vida, a las necesidades y experiencias prácticas de los individuos, a su
contexto histórico‑cultural concreto.
ü
El proceso de aprendizaje es tanto una
aventura intelectual como una experiencia emocional (Ruiz y Barth, 1994).
Engloba la personalidad como un todo. Se forman conocimientos, destrezas,
capacidades, se desarrolla la inteligencia, pero de forma inseparable, es una
fuente de enriquecimiento afectivo, donde se forman sentimientos, valores,
convicciones, ideales, donde se forma la propia persona. Apoyarse en la
interconexión entre estos dos planos, garantiza el crecimiento armónico del
individuo.
ü
Aunque el punto central y el principal
instrumento del aprender es el propio sujeto que aprende, aprender es un
proceso de participación, de colaboración y de interacción. En el grupo, en la
comunicación con los otros, el hombre desarrolla el compromiso y la
responsabilidad, eleva su capacidad para reflexionar divergente y
creadoramente, para la evaluación crítica y autocrítica, para solucionar
problemas y tomar decisiones que concilien su realización personal y la
colectiva, social.
La manera en que
se comprende el proceso de aprendizaje determina sin dudas la manera en que se
comprende el sentido de la enseñanza y
de la intervención educativa.
Las
ideas resumidas se concretan en la actualidad en el surgimiento de nuevas y
estrategias alternativas para el desarrollo de la inteligencia a través de la
organización de situaciones de aprendizaje de los estudiantes. La instrumentación práctica de las mismas se
ha centrado en algunos puntos o principios que se sintetizan a continuación y
que están muy relacionados entre sí:
1. Construcción
activa y personal del conocimiento. Interés en los procesos internos de
reconstrucción de la realidad.
2. Énfasis en el
aprendizaje en grupos (aprendizaje recíproco, interaprendizaje).
3. Respeto a la
individualidad, a los intereses , particularidades, necesidades de los
educandos: flexibilidad y diversidad en los métodos, estrategias y situaciones
educativas.
4. Creación de
ambientes de aprendizaje que propicien la comunicación, la libertad de
expresión y de expansión personal.
5. Aprender a través
de actividades y situaciones desafiantes que desarrollen la motivación
intrínseca.
6. Participación y
problemas reales: explorar, descubrir y hacer por transformar la realidad (el
estudiante pasa de receptor a investigador y productor de la información).
7. Aprender
significativamente, integrando todo nuevo conocimiento a una estructura
personal, dinámica, productiva, de información.
8. Unidad de afecto y
cognición, del aprendizaje afectivo‑ vivencial y aprendizaje racional.
9. Enfasis en lo
creador y en el proceso de aprender a aprender.
10. Educación de la autodirectividad
y autoaprendizaje como meta.
11. Objetivo del
aprender: crecer (más que la modificación de conductas o la adquisición de
conocimientos). Educar individuos que estén siempre "desarrollándose”, que
se capaciten para hacerlo, para realizar aprendizajes significativos para la
vida, que puedan auto‑realizar sus potencialidades.
Todo lo anterior
se ha fundamentado en el tránsito de una concepción del maestro o educador como
trasmisor de conocimientos y como
centro o autoridad incuestionable en las aulas, a la noción de un facilitador
de los aprendizajes que deben realizar sus alumnos, o de un co‑ participante y co‑aprendiz que
también tiene que aprender a crecer en este proceso.
La noción de la
facilitación del aprendizaje, arraigada fuertemente en la concepción humanista
de la educación, centrada en la persona, en el alumno como sujeto de este
proceso (Lafarga, 1981), plantea exigencias infinitamente mayores al educador.
Pero si las metas
que nos interesan tienen que ver no solamente con el desarrollo de la
inteligencia en un sentido estrecho, sino con el desarrollo de la capacidad
para crecer, para autoperfeccionarse y vivir plenamente:
ü
¿Puede la noción del facilitador "cubrir" el papel
que debe desempeñar el maestro en este proceso?
Este constituye un
importante tema de discusión.
6. La estimulación para el desarrollo
de la inteligencia como tarea del maestro.
El hombre vive en
un intercambio permanente con el mundo que lo rodea. Las múltiples influencias
que recibe del ambiente físico y social, los diversos sistemas de actividades y
de comunicación en los que está involucrado, son factores que pueden favorecer
u obstaculizar su desarrollo individual.
El desarrollo
intelectual, igual que el "crecer" (entiéndase físico y espiritual),
requiere tener en cuenta un conjunto de variables que están incidiendo de
alguna manera en él. La familia, el grupo, la escuela, los medios de difusión
masiva, las instituciones y organizaciones sociales, son entre otros, factores
importantes que intervienen en el mismo.
La escuela y el
maestro son células medulares para el enriquecimiento intelectual. Dada la
reconocida función social que tiene la escuela de contribuir al desarrollo de
la personalidad y de preparar al hombre para la vida, se concentran en ella las
necesidades y aspiraciones sociales. Es el maestro el portador y portavoz de
dichas necesidades y a su vez recae en él, en gran medida, la responsabilidad
de esta desafiante tarea.
La escuela y la
vida son frecuentemente dos ámbitos considerablemente alejados y ajenos uno del
otro. La escuela organizada en torno al desarrollo del niño y de su
inteligencia, debe de estar organizada sobre la base del conocimiento
científico pero a la vez, tiene que convertirse necesariamente en espacio de
convergencia de los intereses del educando y los intereses de la sociedad.
Luego, para
concebir un modelo pedagógico dirigido al desarrollo de la inteligencia se
exige de un conjunto de presupuestos que
permitan al maestro orientar, organizar, planificar, dirigir y controlar su
propia actividad de acuerdo con los con los objetivos antes expuestos.
Revisemos a continuación algunos de ellos.
A‑ La inteligencia
es ante todo un método, una actitud y un
modo de abordar los problemas, no una serie de ideas, de contenidos, de juicios
y de conclusiones del saber humano como resultado de su desarrollo histórico.
Por tanto, estimular el desarrollo de la inteligencia significa en primer
término garantizar el ejercicio permanente de ella sobre la base de la
"asimilación" de un sistema de métodos y estrategias que se modifican
y enriquecen continuamente bajo el influjo dinámico de los problemas que
aparecen gradual y crecientemente.
Facilitarle al
sujeto la apropiación de estrategias y técnicas que le posibiliten enfrentar
adecuadamente los problemas que se le presentan, economizando sus recursos
intelectuales, propiciar el surgimiento de situaciones que exijan la puesta en
práctica de estos recursos, son objetivos importantes de la labor del maestro.
Los propios
métodos y estrategias utilizadas por el maestro pueden estar dirigidas a
"enseñar a pensar" a sus alumnos, a enseñarlos a "pensar sobre
su pensamiento y sobre su aprendizaje" (metacognición), o a enseñar "para pensar" sobre y con
determinados contenidos y materias particulares, es decir, enseñarlos a
organizar un cuerpo de conocimientos específicos flexible, coherente, y sobre
todo, productivo, funcional.
Pero, en todo
caso, estimular al alumno a construir por sí mismo sus propias
"herramientas" para el conocimiento y la transformación de la
realidad, y además, posibilitarlo para que pueda modificarlas y aplicarlas
flexible y constantemente, es aún más importante.
El desarrollo de
la inteligencia es un proceso continuo, permanente y vivo, que en cada momento
del desarrollo ontogenético del hombre tiene sus peculiaridades y que no puede
despreciar lo adquirido hasta ese momento (la experiencia y todo el bagage
acumulado por cada individuo como personalidad).
B‑ La problematización del conocimiento del
sujeto, de sus experiencias y sus vivencias, apoyándose en la relación entre su
mundo interno y externo del sujeto, es condición indispensable de la educación
intelectual.
Hay que partir de
los problemas concretos, vitales, en su interconexión con la teoría científica,
y no de teorías científicas inconexas con la realidad del sujeto. La ciencia
constituye la máxima expresión del conocimiento del hombre acerca del mundo que
lo rodea y de sí mismo, pero, al mismo tiempo, no es algo definitivo y acabado,
sino un proceso en continuo cambio. Entonces, el aprendizaje de la ciencia debe
desarrollar en los estudiantes la capacidad para construir y reconstruir
activa, gradual, significativa y permanentemente el conocimiento
correspondiente a las disciplinas científicas, potenciando las habilidades para
la búsqueda, el procesamiento, la transformación, evaluación y utilización
productiva de ese conocimiento de manera personal, independiente, crítica y
creadora.
La enseñanza que
problematiza y plantea retos y desafíos exige el planteamiento de metas y la
realización de sostenidos esfuerzos; requiere audacia, y fuerza. Como resultado
de todo esto se forman sujetos seguros de sí mismo, con un elevado sentido de
competencia y una motivación hacia la superación personal y el
autoperfeccionamiento.
El aprendizaje
vivencial unido al aprendizaje racional debe ser una regla básica de este tipo
de acción educativa. El aprendizaje debe estar estrechamente vinculado al
conocimiento que ya posee el sujeto y a su praxis, garantizándose la armonía
entre las formas de pensar, sentir y actuar de cada persona.
C‑ El enfoque personológico en el
desarrollo de la inteligencia es un principio que permite considerar el
desarrollo psíquico como un sistema dinámico complejo e integral, en el que
subyacen, interaccionan y se modifican contínuamente diversos procesos y
fenómenos de diferente naturaleza.
El desarrollo de
la inteligencia es mucho más que el desarrollo de los procesos y operaciones
que la configuran; supone tener en cuenta también el desarrollo de la motivación
(de una motivación extrínseca a una motivación intrínseca), el desarrollo de la
afectividad, en resumen, el desarrollo de la personalidad como sistema
autorregulador de la actuación del sujeto.
Se deriva de esto
otro importante aspecto de esta tarea del maestro que es optimizar y potenciar
las posibilidades del escolar, considerarando en todo momento las necesidades y
motivaciones del alumno.
El sistema
educativo debe estructurarse de tal forma que estimule sin cesar el desarrollo
de la personalidad y de la inteligencia. Pero esto sólo se logra cuando se
involucra al sujeto en la acción educativa, cuando las necesidades e intereses del sujeto están consideradas
explícitamente en el proyecto educativo y actúan como resorte de su desarrollo.
D‑ La educación activa, productiva y
participativa es aquella que permite una verdadera construcción personal
del conocimiento, que desarrolla la actitud crítica y metacognitiva del maestro
y del alumno.
El maestro debe
velar por el ambiente escolar, por convertirlo en un espacio que no limite las
potencialidades intelectuales de sus educandos, sino que las fomente y realce.
La adecuada organización de la situación educativa es esencial en el desarrollo
de la inteligencia, como generadora de un clima emocional positivo, que
facilite la expresión libre y espontánea del escolar, la comunicación asertiva
con el maestro y sus contemporáneos asentada en el respeto mutuo y la
exposición clara y precisa de lo que se desea y se piensa, las posibilidades de
explorar, experimentar y reflexionar de manera auténtica, sin temor al error,
la reprobación y el rechazo.
En suma, la
situación de aprendizaje ideal es, en este sentido, aquella donde interactúan y
se estimulan recíprocamente, se conjugan y se fecundan, los espacios reales y
potenciales, los espacios personales y los grupales, las inteligencias
individuales y la inteligencia colectiva.
E‑ Desde una perspectiva metodológica, un
proyecto de enriquecimiento intelectual construído y desarrollado por el
maestro debe partir de ciertos requerimientos:
ü
Debe partir del diagnóstico y
determinación de los problemas reales que enfrenta el educador en su práctica,
que están condicionados a su vez por las necesidades y posibilidades de sus
educandos así como las suyas propias, y por los intereses y exigencias
concretas de la sociedad.
ü
Debe ser un sistema dinámico, flexible
y abierto, susceptible de cambios y modificaciones, donde interactuén y
armonicen las influencias sobre las distintas esferas de la personalidad.
ü
Debe ser un sistema que se estructure
de manera gradual y escalonada, que contemple e incluya en cada fase superior
el estadio precedente, y que tenga en cuenta los resultados del diagnóstico
(formativo y sumativo).
ü
Las técnicas y estrategias que se
incluyan deben responder a los objetivos parciales e irse integrando
gradualmente para que se cumplimenten las metas u objetivos finales.
ü
El sistema debe permitir la evaluación
sistemática no sólo de los resultados, sino también el desarrollo de los
procesos que subyacen en el aprendizaje y en el funcionamiento intelectual y
personal de los educandos. La evaluación debe permitir al maestro (y a los
propios estudiantes, en los que debe potenciar las posibilidades
autorreflexivas) valorar el proceso de crecimiento personal de los individuos a
lo largo de una experiencia que, más que estrictamente cognitiva, es
totalizadora, integral.
ü
El resultado de la evaluación final de
la puesta en práctica del proyecto será sólo un nuevo punto de partida, a un
nivel superior y cualitativamente más rico, para el nuevo proyecto de
transformación y mejoramiento de la realidad. El proceso de estimulación de la
inteligencia, que debe hacer a los individuos más aptos para la vida, no tiene
un "techo", sólo etapas o momentos que ayudan a conformar la compleja
e infinita espiral del crecimiento humano.
7. Conclusiones
En el trabajo se
ha pretendido promover la reflexión
sobre un aspecto ineludible para todo el que se interese en el progreso humano
y social: el desarrollo de la inteligencia y su potencial.
Se insiste sobre
algunas tesis que se consideran esenciales en esta problemática:
1. El desarrollo de
la inteligencia debe formar parte armónica del proceso de desarrollo y crecimiento integral de la persona.
2. La actualización y
el enriquecimiento de las potencialidades así como el surgimiento de
formaciones y recursos cualitativamente nuevos, es un proceso que ocurre a lo
largo de la vida, y a través de infinitas vías. Es necesario tomarlo en cuenta.
3. La influencia de
la escuela ‑como institución donde se realiza la educación formal‑ y del
maestro, resulta decisiva para este proceso. De los múltiples factores e
influencias que contribuyen al desarrollo humano, y de la inteligencia en
particular, éstos son susceptibles de dirigirse y constituir un sistema
científicamente fundamentado y organizado, en contínuo perfeccionamiento.
En otras palabras,
hemos planteado que el maestro, de un transmisor de conocimientos, debe ir
transformándose en un facilitador del aprendizaje. Pero es necesario ir aún más
(sus funciones desbordan esta
categoría). El maestro debe ser un
verdadero mediador (en el sentido vigotskiano): orientador, modelo, guía o sostén, que crea y organiza las
oportunidades y situaciones de aprendizaje que propician el desarrollo gradual
del potencial intelectual y personal del educando, es decir, del desarrollo
integral de su personalidad.
Su labor, desde
esta perspectiva, exige, además de un sistema de conocimientos profesionales
altamente flexibles, un respeto inmenso por el ser humano y la confianza plena
en sus potencialidades, así como recaba del desarrollo de su propia capacidad
de aprender, crear y crecer junto a sus estudiantes.
El tránsito a una
concepción renovadora de la educación y del desarrollo de la inteligencia demanda
de los maestros, sin dudas, niveles superiores de responsabilidad e implicación
personal con su labor cotidiana, y pone a prueba sus recursos personales y
profesionales y su creatividad. Implica un máximo esfuerzo de su parte para
participar en la construcción de un proyecto educativo que, tal como afirmara
Martí: "...no apague al hombre, y
surja al sol todo el oro de su naturaleza".
8. Guía para la profundización y autoevaluación
1. ¿Está de acuerdo
con el concepto de inteligencia brindado por el material? Fundamente su
respuesta.
(a) Haga una revisión
de la literatura educativa que consulta con frecuencia para buscar otras
definiciones del término inteligencia.
Señale aspectos en común (focos) y diferencias. Intente establecer cómo ha
evolucionado esta noción a través del tiempo.
2. Mencione algunos
elementos básicos que tendría en cuenta para definir la inteligencia: a) desde
el punto de vista estructural?, y b) desde el punto de vista funcional?
3. En la página 4 del
material, se plantea: “Se reconoce cada vez más, que la inteligencia humana se
desarrolla en una estrecha interacción con el medio, con la cultura y con la
sociedad en el sentido más amplio”.
(a) ¿Está de acuerdo
con este planteamiento? Argumente.
(b) Busque hechos que
ilustren su respuesta. ¿Qué importancia tiene este planteamiento desde una
perspectiva educativa?
4. Explique con sus
palabras en qué consiste ... “ la variabilidad intraindividual, interindividual, contextual-situacional y social de la inteligencia”? Ponga
ejemplos en cada caso.
5. ¿Qué relación
existe entre las categorías inteligencia, creatividad y talento?
(a) Trate de
explicitar la manera en que Ud. concibe estas relaciones a través de un mapa
conceptual y/o gráfico elaborado por Ud.
(b) Trate de explicar
estas relaciones apoyándose en una analogía o una metáfora
6. ¿Por qué cree Ud.
que se afirma en el material que “... la inteligencia es, de hecho, una de las
más potentes herramientas de la personalidad para el ejercicio de de su función
reguladora”?
7. Busque ejemplos
que demuestren la relación entre inteligencia y personalidad
8. ¿Cómo se concibe
en este marco el aprendizaje? ¿Cuáles
son las relaciones entre aprendizaje y desarrollo de la inteligencia?
9. ¿Cómo se
vincularía la noción de aprendizaje
desarrollador con la de inteligencia?
Apóyese en los conceptos estudiados para responder la pregunta, y en las
dimensiones o requisitos que debe cumplir un aprendizaje para que sea
desarrollador.
10. En la página 10
del material se sugieren dos direcciones generales que asumiría la estimulación
del desarrollo de la inteligencia, o, en otras palabras, el enriquecimiento
intelectual.
(a) Valore cada una de
ellas.
(b) En su centro
docente, ¿se trabaja en alguna de estas direcciones? Ponga ejemplos concretos
de ello y evalúe el grado de efectividad de estos esfuerzos.
(c) Determine los positivos y negativos (ventajas y barreras) existentes en su centro para
implementar la estimulación intelectual.
11. Mencione los
presupuestos básicos que debe tener en cuenta el maestro para la estimulación
intelectual en el proceso docente-educativo.
ü
Auto-diagnostique su práctica
profesional a partir de la medida en que tiene en cuenta estos presupuestos
para planificarla, organizarla, ejecutarla y evaluarla. Analice, en cada caso,
los factores que pueden limitar, o han limitado, que Ud. pueda instrumentar en
el currículo de su aula, la estimulación y enriquecimiento intelectual.
12. Haga un resumen
con los principales modelos de enriquecimiento intelectual que se han revisado
en el curso. Establezca:
ü
Variables involucradas o focos
ü
Presupuestos y principios básicos
ü
Ventajas, desventajas
ü
Viabilidad (posibilidades de
desarrollar este tipo de programas o proyectos educativo) en sus condiciones
concretas en que trabaja (contextualización).
13. A partir de lo
estudiado en la Lectura No. 1:
(a) Compare diferentes
nociones sobre el talento. ¿Cuál le parece: 1- Más completa, 2- Más operativa
(b) ¿Qué aspectos
tendría en cuenta en su propia definición. ¿Por qué?
(c) Haga un cuadro
comparativo de la perspectiva tradicional vs. perspectiva actual del talento
(d) Analice las
posibles implicaciones de la perspectiva actual
del talento sobre la manera de concebir
el enriquecimiento intelectual en las aulas.
14. A partir de lo
estudiado en la Lectura No. 2:
(a) Analice los rasgos
generales de un proceso de enriquecimiento (Cuadro No.1) y elabore una
definición de este.
(b) Diga qué
características tendría que tener un proceso de enriquecimiento proyectado para
dar respuesta a la diversidad en
condiciones del aula común, y al objetivo de desarrollar al máximo las potencialidades de los estudiantes.
(c) Piense en
actividades que Ud. lleva a cabo en el aula que cumplan con ambas condiciones
(atención a la diversidad, desarrollo de potencialidades). Lístelas.
(d) Busque ideas
acerca de cómo instrumentar en sus grupos el diagnóstico dinámico del
aprendizaje.
(e) Valore en qué
medida los principios del diagnóstico planteados pueden utilizarse en la
concepción de la evaluación de aprendizaje.
Bibliografía
Allport, W.G.: La personalidad. Su configuración y desarrollo. Barcelona:
Editorial Herder, 1969.
Artemieva, T.I.: El aspecto metodológico del estudio de las capacidades. La Habana:
Editorial Pueblo y Educación, 1985.
Castellanos, D.: La identitificación de los sujetos potencialmente talentosos.
Impresión Ligera. ISPEJV. La Habana, 1993.
Castellanos, D. Modelo Heurístico para
la Identificación del Talento en el Contexto Escolar: Una Alternativa para el
Maestro. Tesis de Maestría. Universidad Pedagógica E. J. Varona. La Habana,
1997.
Castellanos, D.; Córdova, M. D.: Hacia una comprensión de la inteligencia.
Impresión Ligera. La Habana, 1992.
Colangelo, N., Davis, G. A. Handbook of Gifted Education. New York:
Allyn and Bacon, 1991.
Dave, R.H.: Fundamentos de la Educación Permanente. Instituto de la UNESCO para
la Educación. Santillana, 1979.
Delval, J.: Crecer y pensar: La construcción del conocimiento en la escuela.
Barcelona: Editorial Paidos, 1992.
Flavell, J.: El desarrollo cognoscitivo. Madrid: Libros Visor, 1984.
González Rey, F.; Mitjans, A.: La personalidad. Su educación y desarrollo.
La Habana: Editorial Pueblo y Educación, 1989.
González, O.: Premisas para una
alternativa de transformación de la enseñanza. Tomado de: Didáctica en la Educación Superior (en elaboración). CEPES, 1993.
Lafarga, J.; Gómez, J.: Desarrollo del potencial humano. Aportaciones
de una psicología humanista. México: Editorial Trillas, 1981.
López, J.: El legado de Vigotsky. Conferencia Magistral. II Simposio
Iberoamericano "Desarrollo de la inteligencia: pensar y crear". La
Habana, 1994.
Martí, J.: Ideas políticas y sociales. Tomo I. La Habana: Ediciones Nuevo
Mundo, 1960. Págs. 39, 75.
Mayer, R.: Pensamiento, resolución de problemas y cognición. Barcelona:
Editorial Paidós, 1986.
Mietzel, G.: Psicología Pedagógica. Barcelona: Editorial Herder, 1976.
Rogers, C.: Libertad y creatividad en la Educación. Madrid: Editorial Paidós.
2da. edición, 1991.
Román, M.; Diez, E.: Inteligencia y potencial de aprendizaje:
Evaluación y desarrollo. Colombia: Cincel‑Kapelusz, 1988.
Ruiz, M.; Barth, L.: El lenguaje total. Impresion Ligera. La
Habana, 1994.
Sternberg, R.: Las capacidades humanas. Un enfoque desde el procesamiento de la
información . Barcelona: Editorial Paidós, 1986.
Sternberg, R.J.: La inteligencia humana. Vol. 1. Barcelona: Paidos, 1982.
Torrance, P.: Creatividad en el proceso educativo. Impresión Ligera. Facultad de
Psicología, U.H.
Torrance, P: ¿Cómo es el niño sobredotado y cómo enseñarle? Buenos Aires:
Editorial Paidós, 1965.
Vigotsky, L.S.: Historia del desarrollo
de las funciones psíquicas superiores. La Habana: Editorial Cientifico‑Técnica,
1987.
LECTURAS
COMPLEMENTARIAS
Lectura No. 1
Un acercamiento a
los estudios y concepciones contemporáneos del talento
Dra. C. Doris Castellanos Simons
Centro de Estudios Educacionales
Universidad Pedagógica E. J. Varona
(...) 2. Concepciones y prácticas
tradicionales sobre el talento
Una vía para analizar la evolución de la
investigación sobre el talento es delimitar sus principales áreas o grupos de
problemas y, a partir de aquí, caracterizar su desarrollo tomando como referentes
la concepción e investigación más tradicional. En otras palabras, intentar
analizar si es posible hablar de un viraje en la situación de la investigación,
teoría y praxis educativa, o en lo que muchos autores contemporáneos prefieren
llamar -a la manera de Kuhn- paradigmas del talento.
¿Cuáles son aquellas áreas de estudio que,
pese a casi un siglo de búsqueda científica y práctica en el terreno, continúan
generando incógnitas y problemas?
Pueden distinguirse las siguientes áreas de
investigación relativas al talento: a) conceptualización y comprensión; b) detección y diagnóstico; c) desarrollo y
estimulación (Castellanos y Córdova, 1992).
ü Conceptualización
y comprensión del talento. En esta
categoría se puede incluir toda la búsqueda e investigación en torno a los
problemas de la naturaleza del talento y su determinación. Comprende cuestiones
tales como: qué es el talento, cuáles son sus componentes, su estructura y sus
particularidades funcionales. Asimismo comprende
el estudio de sus manifestaciones (perfiles, características de los sujetos
talentosos, distintos sub-grupos, multicidad de formas de expresión de los
talentos, etc.), de las condiciones y variables bajo cuya influencia emerge y
se desarrolla. Se incluye igualmente aquí la investigación relativa a la
polémica herencia-ambiente, es decir, al origen
del talento, al papel de lo genético, de lo biológico, y lo social en su
formación y evolución.
ü Detección y
diagnóstico. Se encuentra intrínsecamente
vinculada a la problemática anterior. La forma en que se comprende la
naturaleza y características de este fenómeno determina a su vez la naturaleza
del diagnóstico, las estrategias y los procedimientos que se utilizarán para
reconocer o detectar a los sujetos talentosos y caracterizarlos con vistas a
decisiones interventivas posteriores. La investigación sobre la identificación
-término con el que suele englobarse la totalidad de dichos procesos- ha
versado sobre aspectos como: criterios de clasificación-categorización y
criterios de selección (para programas especiales, por ejemplo), diferentes
fuentes de información, construcción, normalización y validación de
instrumentos y técnicas, entre otros.
ü Desarrollo y
estimulación. ¿Se concibe el talento como
una dimensión desarrollable, modificable a lo largo de la vida y de la
interacción con el medio, susceptible a la influencia de la acción educativa?
De ser así, este reconocimiento implicaría decisiones sobre cómo intervenir en
dicho desarrollo. La investigación en esta esfera comprende la determinación de
cuáles modalidades -forma de organización de los servicios y oportunidades
educativas- deben utilizarse con los distintos grupos de sujetos, de los
métodos y técnicas instruccionales, los requisitos de los ambientes educativos,
las características de los programas educativos y los currículos diferenciados
para los estudiantes talentosos, y otros.
Algunos autores (Heller, 1993) suelen
diferenciar también entre cuatro grandes grupos de tareas prácticas que, a su vez, se nutren del desarrollo de la
investigación básica y aplicada en las tres áreas anteriormente señaladas y las
retroalimentan. Estos son:
ü Identificación: supone todo el proceso de
detección/reconocimiento de los sujetos talentosos o potencialmente talentosos
y su diagnóstico más profundo con vistas a tomar decisiones interventivas.
ü Educación: implica todo el sistema de influencias y
oportunidades que se diseñan e instrumentan con el objetivo de desarrollar las
potencialidades y capacidades de los sujetos talentosos, y al mismo tiempo,
incidir sobre su desarrollo integral. En la actualidad, las principales
modalidades utilizadas en la atención a los talentosos son la aceleración,
el enriquecimiento, la segregación y la orientación. Esta última es considerada por muchos como una esfera práctica con
desarrollo relativamente independiente. Se diferencia también entre servicios y disposiciones prácticas (que pueden tener el carácter de
iniciativas individuales y relativamente breves de determinados maestros, y que
conformarían un suplemento del programa general) y los programas o currículos para la educación del talentosos (que
conforman una oferta más amplia, en períodos de tiempo relativamente largos, y
que se diseñan como parte integral de un currículo general).
ü Orientación: comprende el despliegue de una ayuda, guía y
consejo profesional-especializado a los sujetos talentosos, a sus familias y
personas cercanas, que tenga como centro las necesidades y problemas
socioafectivos que ellos pueden enfrentar, con vistas a promover su desarrollo
personal y social óptimo. La atención a las necesidades de orientación de los
talentosos se ha difundido especialmente a partir de los años ochenta. Más
recientemente, algunos autores confieren también al maestro la función de
"orientador" (Colangelo, 1991; Collazo y Puentes, 1992).
ü Evaluación: supone la búsqueda de información sobre
cualquier aspecto de los programas educacionales que pueda influir en su
eficiencia y efectividad (a partir del análisis de las modificaciones que ellos
introducen en los estudiantes incluidos en los mismos, en las instituciones y
en la propia práctica educativa) con vistas a tomar decisiones sobre dichos
programas. La evaluación concierne tanto a los sistemas de identificación
utilizados, a los planes educativos como a la orientación de los talentosos, es
decir, a los programas en su totalidad en todos sus elementos. Comienza a
destacarse como área independiente alrededor de los años 60 (Callahan, 1993).
¿Qué
caracteriza el paradigma tradicional del talento?.
Los principales rasgos del paradigma
tradicional del talento se resumen a continuación. Se caracterizan las
tendencias básicas en cada una de las áreas/problemas de investigación que
guardan, a su vez, estrecha relación con las tareas prácticas de esta esfera.
a) Area de la comprensión y conceptualización: el talento es visto como un rasgo
unitario (concepto unidimensional) manifestado a través de la ejecución
(eficiencia) intelectual. Es una condición estática, presente o ausente de
manera absoluta desde los primeros momentos de la vida (se es o no se es
talentoso), definida por criterios fijos y predeterminados, que -por su
carácter excepcional- cualifica a sólo un reducido porcentaje de individuos en
la población (elite).
b) Area de la detección y diagnóstico: se evidencia la tendencia a un criterio y
medida únicos (el coeficiente de inteligencia o CI), la sobrevaloración de los
procedimientos cuantitativos, estandardizados, que permiten determinar la
posición del sujeto en una distribución estadística, la preponderancia de las
clasificaciones o "etiquetas" (labeling)
estáticas. Se ve la identificación como un proceso selectivo, con criterios de
selección restringidos. El diagnóstico es estático, centrado en resultados
(rendimiento visto como puntaje).
c) Area del desarrollo
y estimulación: en las posiciones predeterministas, el talento es concebido
como fenómeno que se manifiesta de adentro hacia afuera; no hay necesidad de
una intervención especial. Se concibe como una abstracción, descontextualizado.
En posiciones interaccionistas, predomina la selección rigurosa del sujeto, su
ubicación en programas especiales y el elitismo. Se observa una tendencia a los
programas únicos con opciones limitadas para cada categoría de talentoso, la
preferencia por modalidades como la segregación y aceleración, y la atención
prioritaria a la esfera cognitiva.
En las últimas décadas se viene observando un
intenso progreso y una apertura y flexibilización de este paradigma, que se
evidencia en ciertos cambios significativos en cuanto a la propia concepción de
la naturaleza del talento y del tipo específico de servicios que la
sociedad debe brindar a los individuos talentosos. La dimensión social y humanista-personal del talento
comienza a llamar la atención. Según Gallagher (citado por Colangelo, 1991) los
principales problemas del campo alrededor de los años setenta se centraban en
cuestiones como la definición del talento, la existencia de subgrupos
especiales de talentosos con sub-rendimiento y fracaso escolar, el balance de
la efectividad y validez de los currículos diferenciados para los talentosos y,
en general, en la problemática educativa (el cómo organizar todo el sistema de
ayudas e influencias positivas), y en promover la investigación básica y
aplicada en este campo.
La necesidad de desarrollar teorías
susceptibles de orientar la investigación y servir de sustento
teórico-metodológico a la intervención, se ha hecho cada vez más inminente. El
avance en el terreno científico-teórico se ha visto facilitado por los
progresos de la psicología evolutiva, de las ciencias de la cognición, y en
particular, de la psicología cognitiva, que ha aportado luz a la comprensión de
fenómenos como la inteligencia y la creatividad, los procesos del pensamiento,
el aprendizaje y la efectividad de los distintos métodos y técnicas
instruccionales, y sobre esta base, de la psicología educativa y las ciencias
de la educación.
3. La
comprensión del talento en la perspectiva actual
3.1 ¿Qué es el talento?: El problema de las definiciones
La gran profusión -y confusión- de
definiciones y términos utilizados para designar aquellos individuos con capacidades y potencialidades excepcionales y con
desempeños sobresalientes en cualquier campo de la actividad humana,
constituye, por sí sola, una manifestación clara de la complejidad de esta
esfera de investigación. Sobredotado, talentoso, capaz, genio, prodigio,
precoz, experto, competente, entre muchas otras, son categorías frecuentemente
empleadas con acepciones bien diferentes y/o ambiguas (...)
Las definiciones del talento son muy numerosas
y variadas. Si en las primeras décadas de nuestro siglo predominaron los
conceptos del talento estrechos y unidimensionales -respondiendo a la entonces
en boga tradición psicométrica- en la actualidad proliferan los conceptos y
definiciones multidimensionales o multifactoriales, por lo que aumenta la
probabilidad de que un mismo concepto pueda ser englobado por más de una de
estas clasificaciones. En general, pudiera decirse que las definiciones sobre
el talento varían básicamente en lo relativo a dos dimensiones: a) la comprensión de este fenómeno, la
amplitud de su conceptualización y el número de variables incluidas, es decir,
la manera en que cada autor representa qué
es, su naturaleza, y b) la extensión
del mismo, es decir, la determinación de quiénes
y cuántos serán comprendidos en esta categoría. Revisemos algunos ejemplos.
Terman y Burks (citados por Juidías, 1996)
distinguieron dos clases de talentosos o superdotados: a) los superiores
intelectualmente, y b) los que poseen aptitudes especiales, incluyendo en el
primer grupo a aquellos que obtenían elevadas puntuaciones en los tests de
inteligencia general. Terman definió a los niños superdotados estudiados en su
muestra como aquellos con un C.I. mayor de 135, cuya inteligencia era sólo
igualada por alrededor de 1 entre 200 sujetos de la población escolar (Walberg
y otros, 1992) y que, dada esta superioridad, son lo suficientemente diferentes
del niño medio para requerir de oportunidades educativas especiales. También Hollingworth
considera talentosos a aquellos situados en el 1% superior de la población
correspondiente en cuanto a inteligencia general, comprendida esta como la
capacidad para lograr el dominio en el manejo de símbolos y conocimientos
abstractos (Juidías, 1996).
Witty, uno de los autores más reconocidos en
la década del cincuenta, consideró talentoso a todo individuo cuyo desempeño en
una esfera potencialmente valiosa de la actividad humana fuese consistentemente
notable (Gagné, 1993). El listado de estas esferas o líneas de desempeño humano
potencialmente valioso ya rebasaba los marcos de la estrecha noción de
rendimiento intelectual evaluado a partir del C.I.
En los años sesenta, Taylor (1979), inspirado
en los estudios de Guilford acerca de la Estructura del Intelecto (1989),
postuló su Teoría de los Talentos Múltiples. Según el autor, el conjunto de
talentos que es posible encontrar en la escuela es muy amplio, e incluye no
sólo la forma tradicional reproductiva de pensar, procesar, adquirir y actuar con
los conocimientos (talento académico), sino otras diferentes. Estos nuevos tipo
de talento son: 1) Pensamiento Productivo, 2) Comunicación, 3) Predicción, 4)
Planificación y 5) Toma de Decisiones, a los que posteriormente adicionó otros
tres -Organización, Relaciones Humanas y Discernimiento de Oportunidades
(Gagné, 1993). Resulta claro que a partir de este concepto se amplía el número
de sujetos que pueden ser considerados talentosos: la mayor parte de los niños
-plantea Taylor- puede ser superior a la media al menos en alguna de estas áreas. En este sentido, un valor
similar posee hoy día la bien fundamentada teoría de las Inteligencias
Múltiples, de H. Gardner, que reconoce la existencia de siete tipos diferentes
de inteligencias (lingüística, lógico-matemática, espacial, física-kinestésica,
musical, interpersonal e intrapersonal).
Una de las definiciones más conocidas, y que
mayor impacto educativo ha tenido, apareció en 1971, en el informe del
Comisionado de Educación de Estados Unidos al Congreso Norteamericano, llamado
comúnmente Informe Marland (citado por Juidías, 1996): "Los niños superdotados y con talento son
aquellos identificados por personas calificadas profesionalmente, que, en
virtud de aptitudes excepcionales, son capaces de un alto rendimiento. Son
niños que requieren programas y/o servicios educativos, superiores a los que de
manera habitual proporciona el programa escolar, para lograr llevar a cabo su
contribución a sí mismos y a la sociedad. Los niños capaces de altas
realizaciones incluyen aquellos que han demostrado su alto rendimiento y/o
potencialidad en cualquiera de las siguientes áreas, por separado o en
combinación: 1) capacidad intelectual general; b) aptitudes académicas
específicas; c) pensamiento productivo o creativo; d) capacidad de liderazgo;
e) capacidad para las artes visuales y representativas; f) capacidad
psicomotriz". Aunque esta definición ha sido ampliamente
revisada con posterioridad, y criticada por su omisión de los componentes
no-intelectuales (motivacionales) del talento, por el carácter heterogéneo de
las seis categorías incluidas, y por la falta de operatividad para generar
criterios prácticos de identificación (Renzulli, 1979), tuvo la importancia de
constituir el punto de partida sobre el cual elaboraron sus propias
definiciones y legislaciones educativas muchas organizaciones, estados y países
del mundo (Passow, 1993).
Para Renzulli (1979), uno de los autores de
más prestigio y difusión en esta esfera de la investigación, una definición de
talento debe hacer alusión a otros componentes esenciales que no son
estrictamente cognitivos, así como incluir la dimensión educativa de este
fenómeno. Precisamente, su concepción de los Tres Anillos, elaborada desde la investigación empírica, sostiene
que "el talento consiste en una
interacción entre tres grupos básicos de características humanas: capacidades
generales por encima de la media, altos niveles de compromiso con la tarea, y
altos niveles de creatividad. Los niños superdotados y talentosos son aquellos
que poseen, o son capaces de desarrollar, este conjunto compuesto de rasgos, y
aplicarlos a cualquier área potencialmente valiosa de realización humana".
Otros autores como Feldhusen, Tannebaum y
Feldman, han enfatizado en los aspectos socioculturales y éticos, la expresión
"adulta" o desarrollada del talento, y su carácter evolutivo e
interactivo. Así, Tannebaum (citado por Gagné, 1993) plantea que, "teniendo en cuenta que el talento
desarrollado sólo existe en los adultos, una definición de talento en los niños
es la que señala su potencial para llegar a tener desempeños reconocidos o para
ser productores de ideas en esferas de la actividad que enriquezcan la vida
moral, física, emocional, social, intelectual o estética de la humanidad". Feldhusen (1993) concibe el talento en
términos de aptitudes superiores en cualquier esfera socialmente valiosa, que sólo devienen en capacidades reales
de carácter específico en el ejercicio y dominio de las distintas carreras y
profesiones. Para Feldman (1993) el talento es potencial (en constante proceso
de desarrollo) para interactuar constructivamente con determinadas esferas del
mundo de la experiencia y tiene siempre un carácter (contenido) específico.
En sus artículos de los años treinta acerca de
la educación de los niños difíciles, L.S. Vigotsky (1995) incluye a los
talentosos como uno de los tipos de niños
difíciles de educar, y los define como aquellos que muestran gran precocidad y alta capacidad de
aprendizaje, alertando sobre la necesidad de estudiar los tipos especiales de talento en el
proceso mismo de su formación, en el proceso educativo.
Citar todas las definiciones de talento que
han tenido difusión y reconocimiento en los últimos años haría este espacio
sumamente extenso. Intentemos pues algunas generalizaciones. ¿Cuáles son las
pautas que han marcado el desarrollo y las tendencias más relevantes de las
definiciones actuales del talento?
Antes que todo es necesario apuntar que las
definiciones giran indistintamente alrededor de las categorías sobredotación y talento. ¿Constituyen
ellas realmente categorías diferentes? En general, se pueden distinguir dos
posiciones respecto a la relación entre estos conceptos: a) son abordados como
sinónimos, o sea, no se establece una diferenciación entre ellos (como, por
ejemplo, en el caso de Taylor, y Gardner en su Teoría de las Inteligencias
Múltiples); b) se concibe la sobredotación en términos de potencial mientras
que los talentos designarían las capacidades desarrolladas y actualizadas en
áreas específicas, o bien destrezas y habilidades muy particulares en dominios
especializados (Gagné, Tannebaum, Feldhusen). Sin dudas, la ambigüedad en el
tratamiento de las categorías centrales no ha hecho sino intensificar la
problemática de la definición y comprensión de este fenómeno con todas las
implicaciones prácticas consecuentes.
Por lo demás, la autora ha llamado a las
pautas o denominadores comunes de estas definiciones "focos", y
distingue, en particular, los siguientes:
ü Foco 1:
Aptitudes, capacidades, habilidades.
Para una gran parte de los autores, el talento
se expresa en términos de aptitudes,
capacidades, habilidades y funciones intelectuales. Implícita o explícitamente,
existe un consenso general acerca de que el fenómeno de los talentos
corresponde, por su propia esencia, al dominio de lo que podemos designar como
esfera instrumental, ejecutora, de regulación de la actividad psíquica
(Artemieva, 1977; Castellanos y Córdova, 1992). Se observan variadas posiciones
respecto al carácter general o
específico-particular de estas formaciones.
Este "foco", sin embargo, es
flexible en su contenido. En un número cada vez más creciente, encontramos
definiciones que aluden a otro tipo de capacidades que se desarrollan en campos
no intelectuales (liderazgo, capacidades físicas o psicomotoras, artísticas,
etc.) y que caracterizan distintos tipos de talento bien reconocidos (por
ejemplo, las de Marland y Taylor). Según Gagné (1993) ningún sistema de
categorías de este orden podría hacer justicia a la inmensa variedad de talentos
que pueden manifestar los niños y adultos a todo lo largo de la vida.
ü Foco 2:
Superioridad y Excepcionalidad.
Para muchos autores, las aptitudes y
capacidades que componen la noción de talento tendrían siempre la cualidad de
la excepcionalidad, teniendo en cuenta su carácter sobresaliente, destacado,
superior. Esto, por supuesto, limitaría las probabilidades de su aparición en
un gran número de personas (por ejemplo, para Terman y Hollingworth, sólo el 1%
superior de la población de una edad determinada, mientras que la definición de
Renzulli permitiría abarcar alrededor de un 25% superior de los estudiantes).
Evidentemente, en cuanto a la extensión del concepto, encontramos nociones más
o menos restringidas, o abiertas. Sin embargo, en algunas de las definiciones
no se especifica claramente la extensión del concepto, enfatizándose más en el
contenido del mismo.
ü Foco 3:
Inteligencia y creatividad.
Es frecuente que las definiciones del talento
se centren en alguno de estos aspectos, o en ambos combinados. También es común
encontrar una marcada imprecisión en la diferenciación de las categorías
creatividad e inteligencia, las que, por otra parte conforman, con la de
talento, una especie de "trío maldito" de la psicología, por su
carácter ambiguo y polémico. Talento como inteligencia o capacidad intelectual
general superior, talento como capacidad para producir (crear) aportaciones
originales y valiosas (como sinónimo de creatividad): son estos los polos
dentro de los cuales se mueven constantemente los conceptos (agregando, por
supuesto, la noción de talento como habilidades y/o capacidades específicas, a
saber, artísticas, científicas, etc.). Pero estos polos conforman los extremos
de un continuo más que categorías discretas y absolutamente contrapuestas. Para
autores como Renzulli, ambos aspectos son componentes indispensables de la
conducta talentosa. Para otros, la presencia de la creatividad denotaría un
tipo específico de talento (en las definiciones inspiradas en Marland, el
"talento creativo"), lo que implica que, para algunos autores,
existirían otras formas de talento en los que no necesariamente aparece este
ingrediente.
ü Foco 4:
Personalidad.
Muchas definiciones incluyen características
de personalidad que quedan claramente fuera del terreno ejecutor-cognitivo o
instrumental de las capacidades. Véase, por ejemplo, el lugar que ocupan en las
definiciones de Renzulli, Feldhusen, Tannebaum y Gagné (Gagné, 1993), elementos
como la implicación/compromiso afectivo con la tarea, el auto-concepto o auto-estima,
los facilitadores no-intelectivos (como estabilidad emocional) y los
catalizadores intrapersonales de personalidad y motivación (iniciativa,
persistencia, autonomía, seguridad, etc.) respectivamente. Quizás las
diferencias en cuanto a este factor se refieran a que puede ser incluído ya sea
como un componente intrínseco de la propia estructura y funcionamiento del
talento (como lo ve Renzulli), o como componente extrínseco pero necesariamente
condicionante del fenómeno (a la manera de catalizadores, facilitadores,
dinamizadores, etc.).
ü Foco 5:
Talento como realidad y/o potencial.
Algunos autores han reservado la categoría
talento para los logros y desempeños productivos-creadores de los adultos,
considerando que en los niños sólo se expresarían las
"potencialidades" para el mismo (como opina, por ejemplo, Tannebaum).
Por otra parte, muchos expertos en el área han defendido la validez de
considerar aquellas realizaciones y desempeños infantiles que lleven el sello
de la precocidad, de la originalidad y la calidad (teniendo las condicionantes
evolutivas correspondientes) como verdaderas expresiones de talento en estas
edades (Siegler y Katovsky, 1986). Como bien se sabe, el problema de la validez
predictiva de estas manifestaciones tempranas es complejo, pues depende de una
red intrincada de factores que condicionan la transformación de la
"promesa" en realidad, o sencillamente, la eventual permanencia de
esta cualidad, status o "modus operandi" a lo largo del
desarrollo y la vida. La definición del talento desde las perspectivas
evolutiva, socio-cultural y contextual aporta una comprensión más amplia de su
desarrollo, y una percepción del mismo como fenómeno dinámico, temporal,
situacional que puede emerger o manifestarse sólo en determinados circunstancias.
ü Foco 6:
Contribuciones socialmente valiosos.
La dimensión axiológica, ética, de valor, está
comprendida en la mayoría de las definiciones del talento. En última instancia
es la sociedad la que determina cuáles contribuciones y modos de actuación son
o no considerados valiosos, y por
consiguiente, cuáles serán gratificados, estimulados y potenciados, o por el
contrario, sancionados, rechazados o simplemente ignorados. En la definición de
Tannebaum, por ejemplo, se aclara que sólo se considera talento aquel potencial
humano que se revierte en el enriquecimiento de la vida espiritual y material
de la humanidad (arte, ciencias, etc.). Este autor ha analizado (1993) cómo las
estadísticas de la oferta y demanda sociales de profesiones - especialmente en
el terreno de la ciencia y la tecnología- constituyen elementos importantes que
determinan la extensión y las direcciones que asumen las preocupaciones sobre
la atención y educación de los talentosos en cada sociedad.
ü Foco 7:
Educabilidad.
En muchas de las definiciones, la alusión a la
naturaleza particular de los sujetos talentosos (altas potencialidades
demostradas) deriva hacia la mención de necesidades educativas especiales
asociadas a su condición (como ocurre en Marland y Renzulli). Son definiciones
que alertan sobre la calidad de las prácticas educativas que requieren estos
niños y jóvenes, y la necesidad de
instrumentar servicios especiales en las escuelas con vistas a potenciar su
desarrollo. De hecho, se reconoce que sin un medio estimulante y rico en
oportunidades de aprendizaje y creación, y sin un apoyo y orientación
oportunas, el proceso de transformación de las potencialidades en un
comportamiento talentoso difícilmente puede tener lugar.
Sin embargo, la cuestión de la comprensión del
talento no se limita a analizar su reflejo en definiciones, sino también en
cómo este "constructo" ha sido concebido en el marco de teorías y
modelos científicos que han intentado investigar, explicar y comprobar su
naturaleza, estructura, funcionamiento, y las condiciones y factores que
determinan su desarrollo.
3.2 ¿Cómo "se hace" el talento?: Principales concepciones y
modelos explicativos
Existen en la actualidad muchos criterios para
clasificar las concepciones, teorías y modelos del talento. Heller (1993)
distingue entre abordajes descriptivos (típico de lo que él llama el paradigma
psicométrico) y explicativos (representado por el paradigma cognitivo) en la
elaboración de modelos, y llama a la necesidad de su complementación para
trascender el estudio de las aristas fenomenológicas del talento y penetrar en
sus mecanismos explicativos, leyes y regularidades. Otros autores han
clasificado las concepciones y teorías del talento de acuerdo a criterios
psicológicos sobre su etiología. Así,
Anastasi, citada por Lorenzo (1996), distingue entre las teorías patológicas,
psicoanalíticas, teorías de la superioridad y de la supremacía cuantitativa.
Sternberg (1993) alude a determinadas "metáforas de la mente" para
referirse a los grupos de teorías científicas y concepciones del talento. El
autor clasifica estas metáforas de
acuerdo a si ellas conceptúan el talento como algo interno al sujeto, externo
al sujeto, o como una interacción entre lo interno y externo (metáfora de
sistema).
Una clasificación muy general, pero útil a la
hora de tratar de ver cómo ha sido concebido el talento en lo referente a su
naturaleza y al carácter de las variables que condicionan su desarrollo, es la
propuesta por Mönks y Mason (1995). De acuerdo los autores, las concepciones,
teorías y modelos del talento pueden agruparse en:
1. Modelos de rasgos.
2. Modelos de componentes
cognitivos.
3. Modelos de logros y
desempeños.
4.
Modelos socioculturales.
5. Modelos multidimensionales o
multifactoriales.
En los modelos de rasgos (entre los más
representativos se encuentran las concepciones psicométricas), el talento se
comprende como cualidad o atributo estable de la persona, relativamente
independiente de la cultura, del medio y del momento histórico. Este enfoque es
coherente con el enfoque descriptivo al que hace alusión Heller. El producto
final de la conceptualización puede ser una tipología o taxonomía
(fenomenológica, nomotética) del talento, un listado de rasgos que definen al típico talentoso.
En los modelos de componentes cognitivos el
énfasis se traslada a los mecanismos, componentes y procesos cognoscitivos más
o menos complejos que permiten rendir cuenta del desempeño talentoso. Se trata
de un enfoque explicativo, basado en un tipo de investigación experimental e
idiográfica. Las diferencias entre el individuo talentoso y promedio radicarían
en la calidad del procesamiento y manipulación de la información que se
sustenta en el desarrollo de procesos cognitivos específicos de alto nivel. El
talento es concebido básicamente en términos de funcionamiento.
En los modelos de logros y desempeños,
estos se conciben como la manifestación externamente observable del talento. Se
trata entonces de caracterizar cualitativa y cuantitativamente aquel tipo de
ejecuciones y realizaciones que son catalogadas como talentosas, y de explicar
el tránsito de la potencialidad a la cristalización
o actualización de los talentos en estas conductas concretas (por ejemplo, los
modelos expertos-novatos). El talento se traduce en productos y rendimientos.
Los modelos socio-culturales conciben el
talento como un fenómeno condicionado por la cultura y la sociedad. El talento
no es un rasgo estable de la persona, sino más bien una compleja interacción entre las potencialidades humanas y determinados
contextos socioculturales matizados por opciones y oportunidades, barreras,
normas, valores y tradiciones, que conforman el verdadero "espacio"
en el que aquel se va modelando, se define y se desarrolla.
En los modelos multidimensionales o
multifactoriales, el talento es visto de manera sistémica como el
resultado de la interacción entre una compleja red de factores y dimensiones de
diferente naturaleza. El talento es aquí un fenómeno complejo, heterogéneo y multivariado. Se incluyen distintas líneas
de análisis que comprenden, fundamentalmente, el esclarecimiento del papel de
variables psicológicas (cognitivas y personológicas) propiamente dichas, los
factores evolutivos, los factores educacionales y sociales, inclusive el azar (Tannebaum, 1993).
Como ocurre con las definiciones, una misma
teoría pudiera ser incluida en más de una clasificación. El término modelo se
refiere aquí a una abstracción y a una representación esquemática donde deben
quedar reflejadas las variables y relaciones esenciales que determinan la
aparición, el desarrollo y manifestación del fenómeno en cuestión.
Puede resultar interesante listar algunas de
las variables o que conforman el marco explicativo de las teorías actuales
sobre el talento. Ello da una idea de la diversidad en que se mueve la
comprensión de este fenómeno hoy día.
ü Algunas
variables que aparecen frecuentemente reflejadas en los modelos
multidimensionales.
·
Cognitivas: velocidad de los procesos básicos de procesamiento de información
(codificación, mecanismos de acceso, búsqueda y recuperación en la memoria de
corta y larga duración, etc.), memoria constructiva, organización y
especialización de las bases de conocimientos, conocimientos procedimentales
(reglas y estrategias); insight,
procesos de autorregulación (metacognición).
·
Personológicas: seguridad, independencia, autoestima y auto-aceptación, apertura a
lo nuevo, enfrentamiento de riesgos, tolerancia a la frustración, humor,
imaginación, intuición, sensitividad, independencia de campo, control interno,
flexibilidad, sentido de autoeficacia, curiosidad, perseverancia y voluntad,
autodisciplina, competitividad, motivación de logro, motivación intrínseca,
compromiso con la tarea, concentración y dedicación a una esfera.
·
Evolutivas: etapas del desarrollo psicológico, desarrollo cognitivo alcanzado,
desarrollo biológico y factores de la maduración, procesos de equilibración y
adaptación, desarrollo del ciclo de vida.
·
Ambientales y Sociales: posición en la familia, estimulación y apoyo
familiar a necesidades materiales y educativas; dinámica, expectativas y
presiones familiares, patrones de comunicación, intercambio temprano con
adultos y personalidades eminentes, mentores, maestros competentes y creativos;
situaciones de aprendizaje significativas, ricas y desarrolladoras (experiencias
"cristalizadoras"), acceso a los códigos de la cultura, estimulación
cultural, desarrollo social de determinados campos o disciplinas científicas,
factores del azar o la suerte, condiciones políticas y socioeconómicas,
determinantes de género, factores históricos.
3.3 ¿Un nuevo paradigma del talento?
Los años ochenta fueron testigos, según
muchos, de un verdadero "boom"
en el campo del talento. Las nuevas direcciones que caracterizan el trabajo en
este campo en los últimos años reflejan, sin dudas, un viraje en las formas de pensar, decir y hacer. Veamos en qué
consiste el mismo.
¿Qué caracteriza el nuevo paradigma que ha
comenzado a gestarse?. A continuación se resumen los principales rasgos y
tendencias del cambio en las distintas áreas.
a) En lo relativo a la conceptualización y comprensión del talento, este aparece como una interacción entre diferentes cualidades,
dimensiones y factores, que se expresa multifacéticamente (muchas variables
o componentes, muchos tipos de talento) a través de las contribuciones y
desempeños de la persona en áreas específicas de la actividad, y en diferentes
momentos de la vida. No constituye una condición fija, definida y distribuida
de manera absoluta: su naturaleza es altamente contextualizada (situacional, cultural
y sociohistóricamente), dinámica y condicional. Sus límites son más externos
que internos.
b) En el
área de la detección y diagnóstico,
predominan los criterios, medidas y fuentes de información múltiples. Se
evidencia el desarrollo de procedimientos cuantitativos y cualitativos que
permitan caracterizar el potencial del
sujeto positivamente, en tanto perfil de fuerzas, destrezas (a potenciar) y
debilidades (a compensar), así como la tendencia a un diagnóstico sistémico,
dinámico, centrado en los procesos. Con un carácter
prospectivo, más que clasificatorio y selectivo, es la base para proyectar
los programas educativos y de orientación.
c) En el área del desarrollo y estimulación, el talento es visto como potencial que
necesita ser desarrollado y cultivado en todos los alumnos, con atención a sus
determinantes culturales y sociales. Proliferan las opciones educacionales
múltiples y flexibles como respuesta a las características y evolución de
alumnos concretos, y la tendencia a ampliar, enriquecer, perfeccionar el
currículo regular en búsqueda de la excelencia y equidad. Se observa, en
general, preferencia por modalidades que no impliquen segregación, y
preocupación por el desarrollo afectivo, psicosocial y moral.
El nuevo paradigma se refleja claramente en
determinados retos a las esferas
prácticas ya mencionadas: la identificación, la educación, la orientación y
la evaluación. Listemos sólo algunas de las problemáticas que han pasado a ser
las más relevantes en estas esferas.
En la esfera de la identificación, se
intenta promover el desarrollo de métodos
y procedimientos diagnósticos que puedan ser utilizados para la
detección del talento en las poblaciones "diferentes" (grupos en
desventaja socioeconómica, física, cultural, étnica, religiosa, de género), y
la introducción y desarrollo de los enfoques cualitativos de diagnóstico. La
investigación en el área de la educación
se centra en aspectos como: el perfeccionamiento del diseño, desarrollo y
evaluación curricular orientados hacia la educación del y para el talento; la capacitación, entrenamiento, asesoría y
apoyo a todo el personal técnico que debe enfrentar las tareas educativas,
confiriendo una naturaleza participativa a un proceso que antes era sólo
concebido como exclusivo de los expertos; el desarrollo de políticas y
estrategias educativas que logren integrar las influencias y recursos de la
escuela, la familia y la comunidad y encontrar un apoyo social y oficial a esta
gestión, etc.
En la esfera de la orientación, pasan a ocupar un lugar esencial el desarrollo de
sistemas y programas para dar atención a las necesidades afectivas, morales,
sociales de los sujetos talentosos, a su bienestar emocional y a su crecimiento
como individuos sanos, creadores y responsables personal y socialmente; el
apoyo y guía a las familias y personas cercanas para comprender y enfrentar
mejor el problema de la convivencia con y la educación del talentoso.
Por último, la evaluación, considerada una de las esferas más
desfavorecidas del campo del talento, se plantea con fuerza la necesidad de
desarrollar modelos teóricos y recomendaciones prácticas para la evaluación de
los programas para talentosos, y para tratar de transformar esta en un
componente intrínseco e instrumento central del desarrollo de currículos y de
los sistemas de orientación.
En general, en el plano de la investigación,
la necesidad de desarrollar las perspectivas evolutiva (estudios
longitudinales), ética, sociocultural, transcultural, interdisciplinaria,
cualitativas, así como de garantizar su comunicación y difusión y la búsqueda
de apoyo a nivel internacional, constituyen hoy retos globales cuya solución
debe contribuir a una comprensión mucho más profunda y real de este fenómeno y
a su desarrollo.
La década del noventa y la entrada en el nuevo
siglo parece ser entonces época de redefiniciones, de sensibilización y toma de
conciencia creciente por parte de la sociedad y las naciones respecto a la
educación del talento, y de búsqueda de soluciones colectivas que conlleven una
mejoría en la intervención. Los retos de la educación del talento comienzan a
ser vistos no como problemáticas de una esfera aislada - de una elite- de la
sociedad, sino como una necesidad que impone la globalización a la educación
para la excelencia que debiera promover todo país desde una política de
equidad.
En resumen, se puede afirmar que, si han
existido tendencias notables en el desarrollo científico y práctico del campo
del talento, ellas pueden ser caracterizadas a través de las siguientes pautas:
ü del énfasis en lo intelectual, al énfasis en
lo afectivo y por ultimo, en lo social
ü de un enfoque abstracto y universal, a uno
contextual y evolutivo
ü de la búsqueda de la unicidad, a la de la
diversidad
ü de una aproximación cuantitativa, a una cualitativa
ü de una tendencia a la psicologización, a la
pedagogización, sociologización y por último, a la interdisciplinariedad
ü del autoritarismo de los criterios externos de
expertos, a la socialización, colaboración y participación de los propios
sujetos y de todos los agentes y factores del contexto
ü del criterio de elite, al criterio de la
equidad y del potencial de cada ser humano para la excelencia
(...) 4.
Noción de talento asumida
La posición que se asume en este trabajo con
respecto al talento refleja, en sentido general, las transformaciones que se
han producido en este campo, así como la dirección particular que su desarrollo
está presentando en Cuba.
Se concibe el talento en términos de nivel
cualitativamente superior de funcionamiento que es el resultado de la integración estructural y funcional de
las capacidades intelectuales generales y de capacidades específicas con el
desarrollo de una intensa motivación del sujeto hacia una o más áreas de la
actividad humana. Esto conduce a una "capitalización" muy personal de sus recursos cognitivos y
afectivos, a la actualización y
despliegue de las potencialidades creadoras, y a su concreción en
realizaciones de alto nivel de calidad y originalidad en esferas específicas de
la actividad.
El talento se expresa siempre como dialéctica
entre potencialidad y desempeño actual, y las posibilidades de desarrollo y
manifestación de este tipo de funcionamiento (el tránsito constante de un polo
a otro) están condicionadas por variables personales,
evolutivas, biológicas, contextuales
e histórico-sociales.
Al insistir en la calidad de fenómeno en desarrollo que posee el
talento, se intenta ubicar en un lugar central a la educación, proceso dirigido en el cual las potencialidades humanas
para los distintos tipos de talento emergen, se actualizan, se multiplican y se
concretan en realidades actuantes en aras del crecimiento del propio individuo
y de la sociedad.
Al recalcar su carácter potencial y multi-condicionado, se reafirma la convicción de que la
educación del talento debe asumir el reto de la búsqueda de la excelencia en
una política de equidad, que entrañaría brindar las oportunidades para el
desarrollo óptimo de su potencial a toda persona, independientemente de su
experiencia y posición social, económica, religiosa, racial, física y mental.
Esto significa también la necesidad de combinar la educación del talentoso con la educación
para el talento, como dos caminos que no deben ser excluyentes.
Lectura No. 2
El maestro frente a la diversidad
Dra. C. Doris
Castellanos Simons
Centro de
Estudios Educacionales
Universidad
Pedagógica E. J. Varona
1.
Algunas alternativas para la atención a
la diversidad en el aula
La educación obligatoria plantea, ineludiblemente, el problema de la
masividad y de la heterogeneidad de los grupos o aulas escolares.
¿Cómo enfrentar dicho problema para dar atención a las necesidades
educativas especiales (NEE) que emanan de la diversidad educativa? Este es, sin
dudas, uno de los retos esenciales de la calidad educativa.
Cualquier maestro tiene que trabajar en el aula con diferentes niveles
de capacidad, con ritmos y estilos de aprendizaje disímiles, con necesidades,
intereses y motivaciones muy singulares, así como con estudiantes que provienen
de medios socioeconómicos y culturales muy distintos. Las alternativas que
posee para dar atención a la variabilidad inter-individual dependen, en
general, de su capacitación o preparación, de su motivación y compromiso
personal con su actividad y sus estudiantes, y en gran parte, de su capacidad y
disposición para resolver de manera flexible y creadora los problemas de su
práctica profesional.
En general, las opciones con las que cuenta el maestro para abordar el
problema del tratamiento a la diversidad y las NEE en el aula común son: a) la atención individualizada a los
estudiantes; b) la atención a la diversidad desde las diferentes alternativas
de organzación de la clase y de la
situación de aprendizaje, y c) el trabajo con las diferencias individuales
desde las adaptaciones o cambios
curriculares más profundos, que afecten en mayor o menor extensión a los
componentes del currículo. En la presente sección nos centraremos básicamente
en la segunda de estas alternativas.
En la práctica,
las conductas que se asumen en las aulas con vistas a dar una respuesta a las
diferencias individuales son muy variadas, y no siempre tan idóneas como podría
esperarse. Van desde un “eludir” el problema de la diversidad; pasan por lo que
podríamos llamar “un abordaje cuantitativo” a la cuestión, hasta llegar a la
instrumentación de cambios cualitativos más o menos profundos en el proceso
docente educativo. Así, por ejemplo, ante el problema de los estudiantes
“aventajados”, que “terminan antes que el resto de la clase”, algunos maestros
llevan al aula ejercicios suplementarios u otras encomiendas, que tienen como
objetivo mantener a estos estudiantes “ocupados”. Otros diversifican las
exigencias de las tareas en dependencia de los tipos de alumnos que tienen en
el aula, diseñando tareas especiales (pequeñas investigaciones en temas
escogidos, por ejemplo) para los más capacitados en áreas específicas.
Marchesi y Martín
(1998), refieren las siguientes estrategias
como las más utilizadas para la atención educativa a la diversidad:
a) Estrategia Selectiva:
Los objetivos y contenidos son fijos y
comunes para todos los estudiantes; los alumnos continúan transitando en la
escuela mientras se lo permitan sus habilidades. Esto se revierte en una
especie de “selección natural”.
b)
Estrategia
Temporal:
Se
basa en las diferencias en los ritmos
de aprendizaje. Las diferencias entre los alumnos se compensan dando más tiempo
de práctica y/o escolarización a los que lo necesitan.
c) Estrategia de Neutralización:
Se centra en las diferencias
socioeconómicas y culturales entre los alumnos. Su objetivo es compensar
–mediante diferentes medidas- posibles efectos negativos de las desventajas de
este tipo
d) Estrategia de Adaptación de objetivos:
Se asume que no todos los alumnos
pueden realizar el mismo tipo de aprendizajes. De lo que se trata es de
proponer contenidos (objetivos) diferentes para los distintos grupos de
estudiantes.
e) Estrategia de Adaptación de los métodos
de enseñanza:
Una misma forma de enseñanza no
puede satisfacer las NEE de todos los estudiantes: es necesaria la utilización
de diversos métodos que se ajusten a las particularidades individuales de los
estudiantes.
Otros autores, como Mönks (1992), han
señalado que el enfoque diferenciado
en las aulas transcurre básicamente a través de una de estas cuatro formas (que
no son excluyentes con las anteriores):
a) A partir de los resultados: Se brinda una tarea común al grupo de estudiantes para
elicitar diferentes niveles de respuestas ya esperadas.
b) A partir de la velocidad de progreso: Se permite a los estudiantes avanzar a a
través del curso su propio ritmo.
c) A partir del diseño de tareas con diferente niveles de complejidad: Se elaboran
dentro de determinada materia o tema pra ofertar a sub-grupos especiales de
estudiantes.
d) A partir del enriquecimiento: Se garantiza a los estudiantes actividades y
tareas suplementarias con respecto al currículo básico y/o más allá del mismo,
que tienen como objetivo ampliar y profundizar en sus habilidades y en su
comprensión de los fenómenos estudiados de acuerdo a sus intereses y particularidades.
Una alternativa
al tratamiento de las diferencias individuales y la necesidades educativas
especiales en el aula común lo constituyen entonces los programas de enriquecimiento que incorporan a todos los estudiantes
del grupo. Si bien el enriquecimiento tiene su origen en la educación para los
talentosos (Mönks, 1992), por sus características puede ser también considerado
como una opción para el desarrollo del
talento y en general, de las potencialidades de todos los individuos.
Revisemos sus rasgos generales, resumidos en el siguiente cuadro:
Cuadro
1: RASGOS GENERALES DE UN PROCESO DE ENRIQUECIMIENTO
El enriquecimiento
implica una modificación del currículo:
·
A partir de una “extensión”
de las oportunidades para elaborar, ampliar, aplicar conocimientos de una
manera personalizada.
·
A partir de la forma
en que el estudiante se relaciona con el contenido (entrenamiento en
habilidades que conforman el pensamiento creativo, crítico, heurístico, la
solución de problemas, etc.).
·
Centrada en el desarrollo
intelectual, afectivo, moral y social del alumnos.
Foco
en las necesidades, los intereses, la persona
Todo estudiante
necesita, en efecto, una extensión
de oportunidades que sea susceptible de reflejar sus intereses, necesidades, y
sus particularidades individuales. Uno de los objetivos centrales del
enriquecimiento es prevenir la
desmotivación escolar, y sobre esta base, diseñar programas que sean
desafiantes y significativos para los alumnos, y que les permitan avanzar según
su propio ritmo, estilos de aprendizaje, nivel de capacidades e interés, en la
profundización de (determinados) temas del currículo regular.
El diseño de
situaciones de aprendizaje desde un ambiente de enriquecimiento en el aula
puede constituye, de hecho, un gran reto para el maestro, máxime si éste cuenta
en su aula con sub-grupos estudiantes con condiciones especiales de desventaja,
con trastornos, o dificultades para incorporarse a un proceso de aprendizaje
desarrollador. Esto será abordado más adelante.
En cualquier
caso, es imposible diseñar un sistema de actividades o un programa de
enriquecimiento sin que se realice previamente un diagnóstico. Este proceso abarcará a los alumnos, pero también al
propio maestro, a la institución, y al resto de los factores del ambiente
significativo que tienen una influencia sobre los individuos.
2. El
diagnóstico de las diferencias individuales concebido como identificación de
las potencialidades en los estudiantes
Una concepción
amplia de las diferencias individuales y las necesidades educativas especiales
en las aulas requiere igualmente de una noción flexible del diagnóstico.
ü ¿Cómo concebir el
diagnóstico?
En trabajos anteriores, el proceso
diagnóstico (Castellanos, 1997) ha sido concebido en términos de identificación
de potencialidades, es decir, como proceso
de conocimiento de los individuos, dirigido a detectar y caracterizar sus
potencialidades y necesidades en determinadas áreas con el objetivo de
actualizarlas y enriquecerlas, convirtiéndolas en fuerzas actuantes, en
capacidades y modos de funcionamiento de alto valor personal y social.
La identificación de potencialidades
tiene entonces como centro la determinación
del perfil peculiar de fortalezas y debilidades de los estudiantes, con el
objetivo de potenciar las primeras, y utilizarlas para compensar y erradicar
las segundas. Debe proveer la información
necesaria sobre los sujetos estudiados para permitir la toma de decisiones diagnósticas (evaluativas,
clasificatorias) y prácticas‑ educativas
(centro en estrategias interventivas futuras). En otras palabras, tiene
tanto una función cognoscitiva
(búsqueda, recopilación, sistematización e interpretación de la información),
como prospectiva (base para la
planificación y organización de toda la intervención posterior).
Lo anterior significa un necesario
reconocimiento de la unidad diagnóstico-intervención. El diagnóstico se realiza
cuando existe algún propósito ulterior
de intervención, es decir, cuando existe la disposición, y la posibilidad real, de introducir cambios
y mejoras con el objetivo específico de promover el desarrollo del potencial de
los alumnos a través de estrategias especialmente concebidas para ello. Dichas
estrategias de alguna manera deben ampliar, extender, profundizar,
complementar, enriquecer, etc., el efecto del sistema de influencias ya
establecido, y responder a los fines trazados. El diagnóstico es, portanto, un proceso dirigido a determinados objetivos y
metas, que están vinculados a su vez a la solución de problemas reales de la práctica profesional, en este
caso, relativos al enfrentamiento de la diversidad del aula.
Por otra parte, en la escuela, los sujetos que
se diagnostican son estudiantes que aprenden, que están
interactuando y creciendo en situaciones
de aprendizaje, que están, por lo tanto, inmersos en un sistema de
influencias más general de carácter intencional y socio-culturalmente
condicionado, que tiene un impacto determinado sobre ellos.
Teniendo en cuenta lo anterior, se
puede afirmar que, en el aula, el
diagnóstico (visto en el sentido más amplio) se presenta específicamente como un proceso de determinación de las
necesidades educativas especiales de los estudiantes, y constituye una premisa
indispensable para proyectar estrategias futuras para la adecuada orientación y
satisfacción de estas necesidades en función del máximo desarrollo integral de
los sujetos y de sus potencialidades.
Pero se comprende que, desde esta
óptica, no sólo debe incluir la evaluación académica, o de diferentes
dimensiones personales (ver Figura 1), sino que también debe englobar una
evaluación de todos los elementos mencionados, es decir, de la interacción
alumno(s)-situación de aprendizaje (ya que tiene precisamente como centro la
trasformación de los procesos de enseñanza-aprendizaje en diversas
direcciones), de las características y capacidades actuales de la institución y
de los factores participantes y contribuyentes (maestros, directivos, familia,
comunidad) para dar respuesta a las necesidades detectadas, y de las
posibilidades de proyección del cambio requerido.
Hipotéticamente, un proceso como este no puede
ser llevado a cabo por un maestro aislado. En contextos escolares, el diagnóstico debería ser un proceso de participación y colaboración, que daría
lugar a un conjunto variado de participantes, roles y responsabilidades.
3.
Principales fuentes, áreas y vías de información sobre los alumnos
Un principio esencial en el diagnóstico
e identificación de potencialidades es precisamente la utilización de fuentes
variadas de información sobre el sujeto. Las principales fuentes de
conocimiento del mismo son, sin dudas:
a) El propio sujeto
b) Los padres, la familia en general, y
las personas cercanas a la misma
c) Los amigos y compañeros
d) Los distintos maestros
Las modalidades formales de diagnóstico son aquellos procedimientos de
obtención de información que han sido previamente estandarizados, normalizados
y validados para determinadas poblaciones. Nos referimos fundamentamente a las
pruebas psicométricas individuales o grupales, como los tests de inteligencia,
creatividad, rendimiento académico y aptitudes específicas, actitudes,
personalidad, etc. Este tipo de procedimientos exige, sin embargo, de la
asistencia de expertos o de un personal calificado que determine con
rigurosidad las condiciones de su aplicación, su calificación e interpretación,
y sobre todo, el alcance y significado de la información obtenida.
Pero existen otras alternativas para el
diagnóstico. Las modalidades no
formalizadas son procedimientos locales,
elaborados por las personas e instituciones de acuerdo a fines particulares
(ver Anexo 2). No necesariamente estos instrumentos se encuentran validados,
por lo que su interpretación exige también ser cuidadoso y evitar el riesgo de
las generalizaciones infundadas.
En general, muy valiosa puede ser la
información proveniente de los padres y familiares, de los compañeros y
maestros, y del propio sujeto a través de:
·
Observación sistemática
·
Cuestionarios y entrevistas individuales y grupales
·
Instrumentos de apoyo para la caracterización de los sujetos
como: escalas valorativas, listados e inventarios
·
Técnicas sociométricas
·
Dinámica de las calificaciones escolares y análisis del
expediente académico
·
Desempeños y productos de la actividad (escritos,
composiciones, dibujos, proyectos y trabajos de investigación, desmpeños
artísticos, etc.)
·
Autobiografías y otros documentos biográficos
·
Registros anecdóticos confeccionados por el maestro o padres
·
Juicios de expertos en áreas especiales (por ejemplo, en la
música, artes visuales y dramáticas, etc.)
Por ejemplo,
Renzulli y Reiss (1984) en su Modelo Triádico de Enriquecimiento Escolar,
recomiendan recopilar indicios multilaterales de los sujetos, que abarquen: 1)
información psicométrica, 2) información sobre el desarrollo (que incluye las
etapas del desarrollo temprano y
preescolar, o la menos, previo a la etapa actual), 3) información sociométrica,
4) información sobre las ejecuciones escolares y extraescolares de los sujetos, y 5)
información sobre sus motivaciones e intereses.
La información recogida por los
diversos procedimientos seleccionados debe permitir caracterizar al estudiante
integralmente. Para ver cómo realizar la integración de la información obtenida
a partir de las distintas técnicas, así como lo referente a las mismas
consúltese a Collazo y Puentes (1992).
Las técnicas serán seleccionadas en
dependencia de los fines del diagnóstico
(¿para qué se realiza? ¿qué se pretende hacer posteriormente ?). En función de
estos, se pueden explorar diversas áreas o módulos de información (Castellanos,
1997), como por ejemplo, el módulo cognitivo, el motivacional, el ambiental
(que incluye la influencia de la familia, la comunidad, el medio ambiente
creado por las amistades extra-escolares, etc.), el de recursos personológicos,
entre otros (ver Anexo 1).
4. Las zona de desarrollo potencial como
centro del diagnóstico
Las capacidades
humanas existen como realidad actuante, presente, y como posibilidad. Resulta
esencial que los profesores se propongan detectar indicios significativos
referentes no sólo a los logros actuales,
demostrados por los sujetos, sino también a logros
potenciales, a sus posibilidades de desarrollo en una u otra área de
acuerdo a sus particularidades como individualidad.
En carácter de
"potencialidad", pueden presentársenos características de los
procesos psíquicos, rasgos o cualidades, estructuras, formaciones psicológicas
de distinta complejidad, características del funcionamiento y desempeño en una
esfera determinada que puedan o no ser generalizables a otros campos o esferas,
y, de manera muy particular, características de la dinámica del aprendizaje y
del enfrentamiento del sujeto a la solución de nuevas situaciones y tareas.
La noción de
"zona de desarrollo próximo"
(Vigotsky, 1982), constituye el núcleo de una posición teórica y metodológica
con respecto al diagnóstico y la intervención. Señala la diferencia entre lo
que el sujeto es capaz de hacer cuando trabaja de manera independiente, y
aquello que puede lograr con ayuda, con un apoyo determinado. Establece la
medida de cuán eficientemente aprovecha esta ayuda, y en general, la
instrucción, es decir, la medida de su
enseñabilidad.
Como muchos
autores han reconocido, la "zona de desarrollo próximo" constituye la
medida de "la eficiencia del nuevo aprendizaje" ( Campione y Brown,
1982), del nivel de competencia que puede llegar a alcanzar el sujeto más que
su nivel actual y real de desarrollo, de sus posibilidades de transferir a
nuevas situaciones que asumirá de manera independiente, y por lo tanto, es una
medida de gran valor para evaluar la dinámica del progreso intelectual y el
desarrollo potencial de los sujetos.
En otras
palabras, se trata de utilizar no solamente un diagnóstico estático (que nos
describa lo que un sujeto es capaz de hacer en el presente, cuáles son los
conocimientos, hábitos y habilidades ya adquiridas y consolidadas, sino un
diagnóstico dinámico (que nos brinde información acerca de cuáles podrán ser
sus futuras adquisiciones, y consecuentemente, el apoyo educativo que necesita
para poder llegar más lejos).
En cuadro que se
presenta en la página siguiente se resumen la principales características del diagnóstico dinámico o de la evaluación
dinámica del aprendizaje de los estudiantes.
CUADRO 2: CARACTERISTICAS DEL
DIAGNOSTICO DINAMICO DEl APRENDIZAJE
Fundamentos
|
a)
Postulado vigotskiano de que el desarrollo psíquico
transcurre como una interiorización progresiva de las adquisiciones que se
logran a través de la interacción social (ej. interacciones con los
maestros, padres, compañeros, etc.)
b)
El tránsito del control externo al control interno como
clave para la comprensión del desarrollo cognitivo en esta concepción
c)
La zona de desarrollo próxima (ZDP) o potencial del
estudiante como categoría esencial en el diagnóstico
d)
|
Objetivo
|
a) Comprender las
diferencias individuales que se generan a partir del proceso de dominio de la
solución de nuevas tareas con el apoyo de un compañero o tutor
b) Evaluar el potencial de aprendizaje
de los sujetos
|
Situación diagnóstica
|
1. El estudiante se enfrenta
a tareas nuevas y desafiantes con la ayuda de otra persona, en una atmósfera
interactiva, de colaboración.
2. Situación de
aprendizaje con problemas y tareas de aprendizaje reales.
3. Comprende el seguimiento del proceso
completo de adquisición y aplicación del nuevo conocimiento, desde la etapa
en que el sujeto se enfrenta por primera vez al mismo, hasta el momento en
que éste lo aplica de manera espontánea e independiente en una tarea similar.
|
Tareas diagnósticas
|
1. Presentan un desafío al sujeto, están más allá del
nivel de desarrollo actual de sus capacidades y habilidades, de sus
posibibilidades de solucionarla independientemente. Deben ser motivantes.
2. Para su solución, el sujeto siempre
tiene que interactuar con el tutor
3. La meta final no es sólo la ejecución
independiente de la tarea, sino también la generalización y transferencia de
la solución a otros tipos de tareas.
4. La selección y/o diseño de las tareas
diagnósticas exige un análisis riguroso de las mismas, y tener en cuenta:
ü Habilidades y capacidades implicadas
en la solución de la misma
ü Estructura y vías de solución
ü Su nivel de complejidad o de
dificultad en relación con las características evolutivas del grupo y el
nivel de desarrollo actual de los individuos estudiados
ü Determinación de los
diferentes niveles de ayuda posibles en la misma, como por ejemplo: a)
preguntas que guíen al estudiante en la detección de los aspectos claves para
la solución, b) sugerencias, c) indicaciones más o menos generales o
concretas, d) modelación la tarea (el maestro muestra al estudiante cómo
resolver el ejercicio).
|
La información resultante, en este tipo de
enfoque, será precisamente información acerca de cómo el sujeto aprende, cómo
utiliza la ayuda que le brindan para avanzar en el dominio de un tipo de
problema o tarea, y cuánta ayuda necesita. Asimismo, se obtiene información
acerca de cómo se apropia del
conocimiento (qué procedimientos y estrategias emplea), de las particularidades
de su pensamiento (ej., flexibilidad), y en resumen, de su potencial de aprendizaje.
Esta alternativa
diagnóstica tiene ventajas importantes desde la perspectiva del maestro.
1) La primera de sus
ventajas es su grado de accesibilidad y flexibilidad para el maestro, ya que
éste, a partir de los problemas y necesidades detectados en su grupo y en su
práctica, puede diseñar sus propias situaciones
y tareas diagnósticas, y aplicarlas a lo largo de un período, en el momento
o etapas más oportunas.
2) Por otra parte,
el diagnóstico tiene lugar, en esta variante, en las condiciones naturales del
aula y de la clase, lo cual implica que no se trata de una actividad diferente,
suplementaria (una carga más, en tiempo).
3) Como se refleja
en el cuadro, la evaluación dinámica del aprendizaje ofrece una información
vital para la organización del proceso de enseñanza-aprendizaje desarrollador.
Este último se convierte, en sí mismo, en un proceso diagnóstico, en una
actividad donde el maestro puede plantearse hipótesis
acerca de los diferentes estudiantes (sobre sus habilidades y capacidades, características
individuales de sus procesos cognitivos, formas idóneas de trabajar con los
mismas, etc.) y corroborarlas o modificarlas contínuamente.
Desde el punto de
vista del estudiantado, esta alternativa de evaluación introduce, sin dudas, un
estilo diagnósticos de participación y ayuda que redunda en la percepción que
se tendrá del aprendizaje como un proceso cooperativo, donde los errores y
dificultades se convierten en fuente de experiencias agradables y
enriquecedoras, y donde lo importante es el aprender
a aprender. El desafío de las tareas, y las condiciones en que se resuelven
las mimsas, van a contribuir positivamente a la motivación intrínseca hacia el
aprendizaje.
5. Principios
generales del diagnóstico de las diferencias individuales en la escuela
Siguiendo lo planteado por esta autora en un trabajo anterior
(Castellanos, 1995, 1997), podemos resumir la concepción que aquí se defiende
del diagnóstico, en los siguientes principios generales, que pueden servir de
base para la planificación y aplicación del mismo.
Principio de la finalidad
Se refiere a la
subordinación del diagnóstico a
objetivos y fines concretos, que deben ser bien definidos y precisados, y responder
a la solución de los problemas reales de la práctica. Estos objetivos determinan las
características del resto del proceso.
Principio del carácter orientador y programático del diagnóstico
Enfatiza en el
hecho de que la misma tiene la función
de crear las bases previas, necesarias para la modificación posterior.
La identificación es un paso ineludible para trazar las estrategias destinadas
al desarrollo de las potencialidades de los alumnos y a la superación de los
obstáculos que dificultan el aprendizaje desarrollador.
Principio de la relación dialéctica entre
realidad‑ potencialidad
Significa
que el proceso de diagnóstico debe estar
orientado a la búsqueda de indicios que permitan caracterizar lo que es sujeto ES, sus niveles
cuantitativos y cualitativos de competencia actual, y lo que PUEDE LLEGAR A
SER, de acuerdo con su potencial, y si recibe las influencias y oportunidades
adecuadas por parte de la sociedad. Sólo estableciendo la relación entre estos
polos‑ lo actual, lo potencial‑ se posibilita la intervención temprana y
oportuna y su correcta comprensión.
Principio de la integralidad
El dianóstico
debe basarse en estrategias que permitan obtener un conocimiento integral de la
personalidad y de las cuestiones estudiadas, ofreciendo una visión multilateral
de las mismas, de los diversos componentes, de las variables que determinan y
condicionan, de forma tal de poder acceder a una explicación profunda del
fenómeno.
Principio de la individualidad
La identificación
como actividad diagnóstica debe ser capaz de aprehender la unicidad del
individuo en las dimensiones que interesen, y los vínculos que la determinan y
que condicionan su actividad como personalidad. Para lograr esto, el proceso de
identificación no puede seguir rumbos rígidos. La individualidad en el proceso implica a su vez posibilidades en la
toma de decisiones, flexibilidad, enfoque individual, y unidad dialéctica entre
las estrategias globales (ej. diagnóstico grupal) y las estrategias casuísticas
(diagnóstico individual) para solucionar los problemas concretos.
Principio de las oportunidades
El diagnóstico
más efectivo tiene lugar en situaciones que impliquen la manifestación y/o
desarrollo de las potencialidades de los sujetos. Serán situaciones en los que
éstas cristalicen, situaciones que re‑creen o reproduzcan los verdaderos desafíos que las personas
enfrentan en su vida cotidiana, donde ponen en practica en toda su plenitud el
potencial de sus recursos físicos y psíquicos (ejemplo,evaluación dinámica del aprendizaje).
Principio de la diversidad y de la unidad
dialéctica de enfoques
Diversidad significa que el proceso diagnóstico debe
conjugar diferentes estrategias, vías, técnicas que se complementen para lograr
una información rica, siempre y cuando se parta de una clara concepción teórico‑metodológica
que garantice la consistencia y la armonía interna del sistema. La complejidad
del objeto de estudio exige una aproximación diversa al mismo: por ejemplo, de
la combinación efectiva de enfoques cuantitativos y cualitativos, transversales
y longitudinales, individuales y grupales. Pero
es necesaria una integración adecuada de los mismos para llegar a la
descripción y explicación de los fenómenos estudiados.
6.
Organizando situaciones de aprendizaje enriquecedoras
Tal y como se planteó con anterioridad,
el enriquecimiento es una de las
alternativas que se abren al maestro para atender a las diferencias
inter-individuales concibiéndolas como “perfiles
singulares de potencialidades” susceptibles de estimulación. Ya se ha
explicado el papel del diagnóstico en esta perspectiva. Revisemos entonces
algunas cuestiones relativas al cómo
instrumentar situaciones de enseñanza—aprendizaje enriquecedoras.
En primer lugar, es importante destacar
que la noción de situaciones de
enseñanza—aprendizaje enriquecedoras tiene su claro referente en la
concepción de aprendizaje desarrollador (Castellanos, 1999) a la cual se ha
hecho alusión en las secciones anteriores del material. Un aprendizaje
desarrollador apunta al crecimiento del
sujeto como personalidad integral, garantizando el balance armónico entre
lo intelectual, lo afectivo y lo ético-valorativo, entre su despliegue como
ente único y original, y la asunción de su responsabilidad social. Educamos a
nuestros alumnos para aprender a conocer,
para aprender a hacer, para aprender a convivir, para aprender a ser (Informe Delors, 1996).
Cada uno de los diez principios básicos para el trabajo con las diferencias
individuales en el aula (ver Sección 1) hace alusión, desde una óptica
específica, a esta concepción. Organizar situaciones de aprendizaje
enriquecedoras para los alumnos significa que, tomando en consideración las
diferencias individuales que se expresan en lo físico, lo cognitivo, en lo
afectivo, en lo socio-cultural, etc., dichas situaciones se instrumenten sobre
la base de la ayuda educativa flexible y
oportuna, que conjugue una intervención
cognitiva con la orientación para el desarrollo de la esfera afectiva, moral y
social de la personalidad.
En esta intervención, el grupo, y los
procesos de comunicación y cooperación, deben constituirse en un componente clave
para el trabajo, y en un apoyo fundamental para el maestro. La interacción
constituye un elemento vital del desarrollo psicológico. Más que un obstáculo
para la labor de tratamiento diferencial, debe ser –como se planteó con
antelación- una valiosa herramienta.
Para Marchesi y Martín (1998), un
principio esencial para la atención a las diferencias individuales en el aula
es, precisamente, aprovechar la interacción entre los estudiantes a través de
la organización social del aula y del
trabajo en la misma. Los autores refieren dos formas básicas de organizar el
aula para instrumentar la labor educativa con estos fines: a) la formación de
grupos (o sub-grupos) homogéneos de alumnos de acuerdo a sus capacidades y
particularidades individuales significativas, y b) la agrupación heterogénea de
los sujetos y uso de la heterogeneidad como recurso. Es usual la referencia a
estas alternativas bajo el rótulo de enfoques centrados en la segregación o integración, o como agrupación homogénea versus agrupación heterogénea (Mönks, 1992).
Desde la primera alternativa, y de
acuerdo con Marchesi y Martín, las modalidades más características de
organización del aula serían las siguientes:
1. Grupos homogéneos dentro del aula: La asignación a
las aulas se realiza con un criterio de heterogeneidad, pero dentro del aula,
los grupos se organizan en función del nivel de capacidad (o las
particularidades significativas de los alumnos).
2. Agrupamientos flexibles por áreas: Las aulas se
organizan con un criterio de heterogeneidad, pero para determinadas áreas del
currículo, fundamentalmente lenguas y matemáticas, los alumnos se agrupan por
niveles de capacidad y/o interés.
3. Aulas homogéneas: La distribución
de los alumnos en los diversos grupos se organiza por niveles de capacidad o particularidades
homogéneos.
4. Grupos especiales: Se organizan
clases especiales para alumnos con problemas de aprendizaje o alumnos de alta
capacidad (segregación).
En cuanto a la segunda alternativa, se
trata de aprovechar la heterogeneidad en el aprendizaje a través del trabajo
cooperativo. Esta implica que los alumnos tengan necesariamente que colaborar
entre sí para alcanzar los objetivos de las tareas de aprendizaje planteadas.
Las principales modalidades de la agrupación heterogénea o el trabajo cooperativo
en el grupo referidas por Damon y Phelps (1989, citados por Marchesi y Martín, 1998) son:
a) Tutoría entre pares: En este caso, un
alumno que muestra una competencia mayor en la tarea objeto de aprendizaje,
enseña a otro que tiene menor nivel.
b) Colaboración entre pares: Dos o más
alumnos de igual nivel de aprendizaje trabajan junto en una misma actividad.
c) Aprendizaje cooperativo: Grupo de alumnos
de niveles y caracterísitcas heterogéneas realiza una tarea conjunta a partir
de una amplia distribución de las responsabilidades y una planificación previa
de las acciones y las metas a alcanzar.
Es obvio que las diferentes
modalidades de trabajo cooperativo en el aula descansan en el principio del
inter-aprendizaje, en la influencia recíproca de alumnos que se encuentran, en
general, en una misma etapa evolutiva. Para un análisis más a fondo de las
ventajas o desventajas de las dos alternativas propuestas (agrupaciones
homogéneas versus agrupaciones heteroéneas, véase el material de lectura de
Marchesi y Martín en el Anexo de Lecturas Complementarias). Resulta
particularmente interesante la hipótesis que plantean los autores acerca de los
mecanismos de desarrollo cognitivo que se ponen en juego en el caso del
aprendizaje cooperativo, y que explicarían en gran parte, la eficiencia del
mismo cuando las situaciones son diseñadas adecuadamente.
En cualquier caso, se puede llegar a la conclusión de que las principales
alternativas planteadas no tienen por qué ser excluyentes y que la adecuada
selección y/o combinación de las mismas
depende de los objetivos del programa de enriquecimiento, de la materia o área
en que se desarrollará y, en particular, del tipo de estudiantes que tiene el
profesor en su grupo, o sea de las diferencias individuales significativas y la
necesidades educativas que haya sido capaz de detectar.
6. Potencialidades
compensatorias y desarrolladoras de las tareas de aprendizaje seleccionadas
En conclusión, hay algunas dimensiones
de las actividades de aprendizaje que pueden guiar a los maestros y maestras en
el diseño de actividades facilitadoras de la atención a la diversidad. Ellas
son las siguientes:
1.
Grado de diferenciación del grupo relativo al área o esfera que se inscribe la tarea en cuestión (distintos niveles alcanzados entre los sujetos).
Determina los objetivos de la
intervención, la dirección en que
debe trabajarse, la forma en que deben individualizarse las demandas y
exigencias. Implica un diagnostico previo.
2.
Naturaleza y estructura de las tareas (área, dominio o materia, tipo de tarea, etapa en la que será aplicada en
el proceso de aprendizaje, requisitos y exigencias psicológicas, etc.).
3. Condiciones y
recursos (particularidades del ambiente externo
de la situación de aprendizaje, las posibilidades y recursos reales con que se
cuenta).
4. Posibilidades de
interacción y cooperación que ofrece la tarea (sistema sub-objetivos, de roles y responsabilidades que emanan a partir
de la organización de la misma).
Estas cuatro dimensiones involucran la
planificación de las actividades como sistema, dentro del currículo, y van a
determinar, en gran medida, las modalidades más apropiadas para la organización
social del aula, en el sentido planteado con antelación.
5. Motivación. Potencialidades dinamizadoras de la tarea en relación con intereses de
los alumnos y niveles de desafío y relevancia que representa. Capacidad para
promover un aprendizaje significativo.
6.
Implicación en la autoestima y la seguridad de los sujetos. Expectativas de éxito y fracaso susceptibles de ser generadas por la misma,
posibles recomepensas que emanan de ella, potencialidad para profundizar en
el autoconocimiento. Grado en que el
ambiente creado redunde en el bienestar emocional de los estudiantes.
7.
Implicaciones para el desarrollo cognitivo, afectivo y social de los miembros del grupo, y en particular, de aquellos sujetos con
necesidades especiales muy significativas. Influencia remedial y enriquecedora
de las acciones interventivas; correspondencia entre la naturaleza de las
tareas y las demandas de ayuda y orientación concretas de los alumnos.
Bibliografía
Campione, J.C.; Brown, A.L. (1982). Retraso mental e inteligencia. En
R.J. Sternberg (Ed.), La Inteligencia
Humana. Tomo 1 (pp.599-727). Madrid: Editorial Paidos.
Castellanos, D. (1997). Modelo
Heurísitico para la Identificación del Talento en el Contexto Escolar: Una
Alternativas para el Profesor. Tesis de Maestría. La Habana: Instituto
Superior Pedagógico E. J. Varona.
Castellanos, D.; Grueiro, I. (1997). ¿Puede ser el maestro un facilitador? Una reflexión sobre la
inteligencia y su desarrollo. Material Curso Pre-Reunión Pedagogía 97. La
Habana: Palacio de Las Convenciones.
Collazo, B.; Puentes, M. (1992).
La orientación en la actividad
pedagógica. La Habana: Editorial Pueblo y Educación.
Delors, J. (1996). La Educación
Encierra un Tesoro. Informe a la UNESCO de la Comisión Internacional sobre
la Educación para el Siglo XXI. Fotocopia.
Marchesi, A.; Martín, E. (1998). Calidad de la enseñanza en los tiempos de
cambio. Madrid: Alianza Editorial.
Mönks, F.J. (1992). Development of gifted children: The issue of
identification and programming. En F.J. Mönks & W. Peters (Eds.), Talent for the Future. Proceedings of
the Ninth World Conference on Gifted and Talented (pp.191-202).
Assen/Maastricht: Van Gorcum.
Renzulli, J.; Reiss, S.M. (1984). The
schoolwide enrichment model. A comprehensive plan for educational excellence.
Wethersfield, CT: Creative Learning Press.
Vigotsky, L.S. (1987). Historia del desarrollo de las funciones
psíquicas superiores. La Habana: Editorial Pueblo y Educación.
Anexo 1
La identificación de
potencialidades en el contexto escolar
Anexo No. 2.
IDENTIFICACION DE POTENCIALIDADES:
TECNICAS MAS UTILIZADAS
DIAGNÓSTICO FORMAL
·
Pruebas e instrumentos estandarizados
·
Entrevistas, cuestionario
·
Observación sistemática, escalas
valorativas, listados
·
Productos de la actividad y documentos
personales
·
Técnicas sociométricas
·
Estudios de caso
·
Técnicas abiertas (composiciones,
frases incompletas, dilemas o situaciones conflictivas, etc)
DIAGNÓSTICO
INFORMAL
·
Tareas diagnósticas experimentales
·
Carpertas evaluativas (portafolios) y registros anecdóticos
·
Técnicas participativas
·
Evaluación dinámica del aprendizaje
(ZDP)
·
Método del pensar en voz alta
·
Uso de la indagación, preguntas de
final abierto, situaciones desafiantes.